jueves, 9 de julio de 2015

La Fiesta grande de Chiapa de Corzo. "Los Parachicos"


Una fiesta para dejarse llevar


En mi opinión como mexicano pienso que ser testigo de una festividad en mi propio país es una experiencia totalmente diferente a la de otra festividad en cualquier parte del mundo. Sin importar que tan bella sea una festividad budista en Asia, tribal en Africa e hinduista en India; En nuestras festividades nos involucramos en forma mucho más emociona,  debido a que somos parte de la cultura y por medio de ellas nos afirmamos. 

 La festividad de los parachicos toma lugar en el estado de Chiapas  que se encuentra en el lado opuesto al estado donde nací y vivo que es Baja California Sur. Aun siendo parte de mi país estos dos  lugares no solo son totalmente diferentes en sus paisajes, sino también en su cultura. Baja California Sur es un lugar desértico con bellas y solitarias playas, las cuales nos rodean tanto por el este como por el oeste debido a lo delgada que es la península.  Los vestigios de una cultura antigua (si es que así se le puede llamar) es la de los rancheros quienes viven en las desérticas sierras de la península y  que son básicamente descendientes directos de los europeos que colonizaron a este lugar;  Además de  las misiones jesuitas que se construyeron en algunos remotos oasis en medio del árido paisaje.    
 En cambio  Chiapas es verde tanto por sus bosques, como por sus selvas. Ruinas de origen maya se encuentran por doquier y los descendientes de esa gran cultura habitan las pequeñas poblaciones del estado adornándolas con sus coloridas vestimentas tradicionales. 
Es básicamente otro mundo y siempre tuve la curiosidad de conocerlo principalmente por la fuerte atracción que ejerce un verde paisaje a las personas que vivimos en los desiertos.  En alguna ocasión me encontré hojeando un libro  de mesa sobre la fiesta de los parachicos con fotografías de Bob y Willem Schalwijk (a quienes conozco muy bien) y fue hasta entonces cuando me puse como meta conocer el estado de Chiapas para la próxima festividad de los parachicos.     


 Todavía faltaban más de 7 u 8 meses para el gran evento y por lo tanto hubo tiempo de sobra para investigar sobre las atracciones arqueológicas y naturales de Chiapas que no son pocas. En esta ocasión me acompaño solamente Blanca mi esposa y viajamos a principios de Enero del 2013 a la ciudad de México desde donde manejamos en un carro rentado, por las carreteras de los estados de Puebla, Veracruz, Campeche y finalmente Chiapas llegando finalmente a Tuxtla Gutiérrez en el atardecer, después de haber partido a las cinco de la mañana de la capital.
La fiesta de los parachicos es celebrada desde el 8 al 23 de Enero de cada año en la pequeña población de Chiapa de Corzo, que se encuentra muy cerca de la capital que es Tuxtla Gutiérrez. En realidad la fiesta es denominada la fiesta grande de Chiapa de Corzo y solo en algunas fechas determinadas los parachicos salen a las calles a bailar. La fiesta es una mezcla de creencias religiosas con tradiciones que reflejan de alguna manera el mundo místico de los indígenas,  mezclado con la religiosidad católica heredada por los españoles durante la colonización. 

El origen de este evento es meramente una leyenda, pues no hay ningún registro histórico que lo compruebe. Supuestamente Doña María de Angulo llego de Antigua Guatemala a la población de Chiapa de Corzo en busca de una cura para su hijo, con quien viajaba  y este se encontraba muy enfermo de un extraño y desconocido padecimiento. Después de visitar a varios doctores  en Antigua, finalmente un curandero le recomendó viajar a Chiapa de Corzo para  que su hijo  se aliviara, ya que dicho pueblo tenía grandes poderes de sanación.  El niño después de pasar nueve días finalmente se alivio y la mujer al darse cuenta de que la población era muy pobre, en forma de agradecimiento empezó a repartir víveres a los indígenas que danzaban alrededor de su hijo pintados y vestidos para parecer europeos, de tal manera que su pequeño hijo no se asustaría, ya que tanto la señora como el hijo eran blancos y de facciones no indígenas, sino más bien europeas.


Hoy en día son muchas las personas que participan en las danzas. De hecho se dice que más del 50% de la población lo hace, juntos con  muchos de los visitantes que vienen de otras poblaciones y estados del país.  De hecho en mercerías y pequeños comercios de Chiapa de Corzo rentan  maracas, sonajas, máscaras y zarapes para disfrazarse y unirse a la festividad.

Todas las máscaras son de facciones europeas y durante las danzas,  los parachicos avanzan por las calles del pueblo,  parando en ciertas iglesias para bailar, al igual que en ciertas casas donde hay algunos santos y de esta forma darles ofrendas por medio de sus danzas que se mueve de acuerdo a los ritmos del tambor, las sonajas y la flauta o pito como la denominan los locales.

Durante las danzas hacen rimas  y cantan improvisados versos a lo que los demás responden. Toda el baile es guiado por el patrón, que es un cargo que se pasa de generación en generación y dicho patrón debe de ser aprobado por toda la comunidad por su ejemplo de vida que transmite hacia los demás. 


El calendario de la fiesta grande es así:

Enero 8: Anuncio de Fiesta Grande y primer día de Chuntá
Enero 15:Segñor de Esquipulas (salida de parachicos)
Enero 16; Anuncio de la Fiesta de San Sebastián Mártir.
Enero 17: San Antonia Abad. (salida de parachicos)
Enero 18: Visita de Parachicos a patrones de difuntos al panteón municipal. (salida de parachicos)
Enero 19: Tradiciónal anuncio de la fiesta de grande de Chiapa por el presidente municipal.
Enero 20: Día de San Sebastián Mártir (salida de parachicos y chiapanecas)
Enero 21: Combate Naval.
Enero 22: Desfile de carros alegoricos.
Enero 23: Misa de Parachicos (salida de parachicos y chiapanecas)

Nosotros atestiguamos estas danzas el día 15, 17 y 18. El día de la visita al panteón municipal, debo confesar que ya nos habíamos dejado llevar por algunas cervezas e inclusive un poco de tequila que nos ofrecieron algunos de los ya un poco descontrolados parachicos.  Entre la multitud que ya habíamos dejado de seguir y para entonces ya nos llevaba entre el caudal de emociones, repetitivos versos, y de estridentes tambores y sonajas, nos quedamos en medio de todos dentro del panteón sin poder movernos para ningún lado, pero fue hasta entonces cuando la naturaleza y belleza de la fiesta grande nos atrapo y dejamos de ser testigos para ser parte de la festividad misma, dejándonos llevar.

La fiesta grande de Chiapa de Corzo es una de esas festividades mexicanas que no vale la pena perderse y definitivamente  debe uno vivirla, pero ciertamente es parte de toda la experiencia que es Chiapas con sus antiguas e icónicas ruinas mayas, sus cascadas y hermosos ríos.  

jueves, 25 de junio de 2015

Varanasi


Varanasi

Un lugar donde se respira la muerte entre la intensidad de la vida

Caminando por las callejuelas laberínticas de Vanarasi me pierdo entre el bullicio y la intensa actividad humana azotada por el calor del mediodía.  Solo pensaba en salir hacia el rio para sentir la brisa fresca que corre junto a la corriente del agua.  Por un segundo percibo  ese peculiar olor a carne quemada y entonces me di cuenta que estaba cerca de un crematorio.  A medida que el aire se tornaba más denso, vi el humo moverse en remolino a pocos metros y sobre los edificios. Después de unos pasos ahí estaba,  un cuerpo estaba envuelto en llamas; Entre el humo y la gente  apenas y se alcanzaba ver el brillo del sol que se reflejaba en el  agua. Unos pasos más y entre ese asfixiante ambiente de muerte sentí la sutil caricia del aire fresco que denotaba vida.

Por segunda ocasión en mi vida visitaba a Vanarasi. La primera vez que estuve en este lugar fue en el verano del 2006 y el lugar se veía distinto. La marea del rio que corre frente a la ciudad,  en aquel entonces se encontraba mucho más alta. Las intensas lluvias del monzón habían alimentado considerablemente su causal, haciendo que el Ganges prácticamente se desbordara sobre las edificaciones. A diferencia del 2006 esta vez viaje con mi esposa e hija, pero también era mucho más fácil caminar frente al rio, pues el agua no se encontraba dentro de las construcciones como lo fue durante mi primera visita, sino tenía su cauce normal haciéndolo mucho más disfrutable tanto por sus accesos como por el  clima. 

Esta vez decidí que nos  quedáramos  en un hotel frente al rio y por lo tanto vivimos en forma más intensa el mágico ritmo de la ciudad,  donde básicamente toda la actividad se desenvuelve  en torno a la madre Ganga, como es conocido también el rio  Ganges.
Vanarasi es la capital espiritual del hinduismo,  es una de las ciudades más antiguas con vida de la humanidad. Sus vestigios datan de aproximadamente 3,300 años, aunque la leyenda la ubica 3,000 años antes de cristo supuestamente fundada por Shiva el dios destructor. La ciudad antigua fue destruida por los mongoles en un infructífero intento de erradicar el hinduismo, para ellos implementar el Islam.

 El nombre de Varanasi tal vez proviene de los dos ríos que fluyen en la cercanía al sur y al norte, los cuales llevan por nombra Varuna y Asi, prácticamente formando el nombre de Varanasi.
Benarés como también es conocida y llamada, es un lugar donde se respira la muerte en forma constante, ya que  los crematorios funcionan día y noche. Muchas personas de la India viajan a esta ciudad para vivir sus últimos días esperando la muerte. Ya que es la creencia del hinduismo que si uno muere en Benarés y si su cuerpo es cremado arrojando sus cenizas al Ganges, se rompe el interminable ciclo de la reencarnación para finalmente descansar en paz. 

Desafortunadamente no todos pueden darse el lujo de ser cremados pues no cuentan con los recursos económicos para hacerlo y por lo tanto sus restos mortales son arrojados al rio sin más. Otros como, las mujeres embarazadas y los niños menores de cierta edad tampoco son cremados, debido a que el ciclo de sus vidas no fue completado sino interrumpido en forma abrupta, por lo tanto los elementos cierran ese ciclo que quedo abierto.

A pesar de que la muerte se encuentra presente en todo momento y en todo lugar, ya sea en los crematorios, el rio e inclusive por las calles donde deambulan los moribundos que esperan su momento final; La ciudad  irónicamente está llena de vida.

 El bullicio de sus calles no es similar al de ningún otro lugar que haya visto.  Las multitudes se mueven como un rio de gran caudal en  un incesante griterío y remolinos de movimiento para esquivar a las vacas, bicicletas, motos y procesiones hacia al Ganges.  Leprosos, mendigos y sadus resaltan entre las hordas de personas que caminan entre  las abrumadoras cantidades de basura y el húmedo calor que regularmente impera en este lugar.  Otros se bañan en el rio para purificar su espíritu y en algunas ocasiones pasa un muerto flotando a poca distancia de la orilla en avanzado estado de descomposición.  Otros lavan sus ropas y los niños regularmente nadan para refrescarse mientras juegan con muchos otros. Entre las sombras de las edificaciones los jóvenes juegan cricket que es el deporte nacional por excelencia que heredaron de la colonia inglesa.

Cada amanecer miles de religiosos peregrinos oran y  se bañan en el lado oeste de la madre ganga para recibir  los primeros rayos del sol como en un baño de sanación espiritual. La atmosfera se llena de paz y tranquilidad.  Los visitantes navegamos en las embarcaciones para observar los hermosos y pacíficos rituales de pureza que toman lugar a nuestro alrededor. 

Los crematorios siguen funcionando denotando muerte entre una gran actividad  de vida, con los  leñadores y familiares, que se encuentran a pocos metros de los peregrinos que oran por las mañanas. Nuestra  temporalidad se plasma en una forma muy visual. Unos mueren, dejando espacio para los vivos en un interminable ciclo en el que la vida siempre prevalece como un milagro inexplicable.  

A medida que la luz del sol se hace más intensa y como en un proceso de fotosíntesis la ciudad pareciera que cobra más vitalidad.

Una vez que ha pasado el atardecer, el ritual del Aarati toma lugar en uno de los gaths frente al rio todas las noches. La casta de los brahmanes  hacen ofrendas de flores y de luz como agradecimiento a la madre ganga. Acompañando al ritual con bellos cantos en sanscrito y mantras al ritmo de las campanas, tambores y diferentes instrumentos musicales de tradición hinduista. Durante el ritual están presentes los cinco elementos: la tierra, el agua, la luz, el espacio y el viento que son pruthvi, jal, tej, akash y vayu correspondientemente.
 

La gente se aglutina frente a las orillas del rio, frente al escenario o donde haya un lugar disponible para observar. Se hacen ofrendas de flores y veladoras al rio iluminándolo con pequeñas luces flotantes que emanan de las pequeñas veladoras. Dándole un toque todavía más espiritual.


Ciertamente que después de pasar unos días en este lugar lleno de vida y muerte, dichos elementos se entremezclan de una forma extraña, sacudiendo al ser en forma fuerte pero también sutil.

Recuerdo que la primera vez que visite este lugar tan único, tuve profundos auto cuestionamientos sobre mi existencia. Es mi creencia que cuando los vivos nos exponemos a la muerte en forma tan cercana, es inevitable no tener un viaje interno de abstracción y restructuración sobre  nuestros valores y en que forma utilizamos nuestro tiempo tan finito y transitorio en el que vivimos.


En esta ocasión Blanca y Asia tuvieron momentos similares, pero cada quién en su propio contexto o circunstancia. 

martes, 9 de junio de 2015

El gran salto


En medio del avasallante calor esperábamos el momento dorado. Los turistas y locales estábamos formando un circulo alrededor de los toros, cuando de repente la desnuda y esbelta figura de un joven africano paso corriendo entre la pequeña  multitud y después sobre los lomos de las bestias. En ese instante  acababa de traspasar la  imperceptible frontera  que divide la juventud de la adultez


Blanca, Asia y yo viajamos a Etiopia con el fin de conocer la rutica histórica del norte del país y asistir al festival de timkat en Lalibela.  Etiopia no es uno de esos destinos frecuentes o un país cercano como para dejar pasar un área interesante para la próxima vez.  Por lo tanto pensamos en no perder la oportunidad de ir al sur de esta nación para conocer el valle del omo.
El valle del omo lleva ese nombre debido al rio omo que se encuentra dentro del valle mismo.  Este lugar  es un verdadero yacimiento de antiguos esqueletos del homo sapiens. Se encuentra en las cercanías de la frontera con Kenia y del lago Turkana.  Así mismo es el hogar de algunos grupos humanos que aún viven en forma muy tribal o inclusive primitiva como lo son los Surma, los Karo, los Hammer, los Mursi, los Ari, los Banna y los Bumi. 



Mujer mursi
Estos pequeños grupos de personas se dedican mayormente a la recolección,  la caza y al pastoreo de sus animales. Apenas y cubren sus desnudos torsos con algo de ropa, pero si utilizan armas largas para proteger a su ganado y comunidades en contra de los depredadores. Se reúnen algunos días de la semana para intercambiar productos en los mercados que toman lugar en los asentamientos humanos más grandes o pequeños pueblos. Caminan grandes distancias para esta forma de interacción social y hoy en día el turismo etnográfico se  ha convertido en una nueva forma de desarrollo económico, ya que a ellos les toca una pequeña derrama monetaria  cuando son fotografiados.
Antes de embarcarnos para  Etiopia había visto algunas fotos de las tribus que habitan este valle y me parecieron bastantes atractivas como para hacer una desviación hacía al sur del país durante  nuestro viaje.  Al investigar más sobre el área me enteré sobre esta singular ceremonia llamada el salto del toro, que es realizada por la tribu de los Hamer.  El salto del toro es básicamente un ritual de iniciación a la vida adulta de un hombre, despidiendo su niñez al probar su valor. 
Este tipo de ceremonias ocurren entre febrero hasta principios de  abril,  desde Julio hasta septiembre y en la segunda mitad de diciembre. 
No esperábamos ser testigos de este ritual porque en realidad no hay un calendario exacto para estas ceremonias, pero sobre todo después de que cuando llegamos a la pequeña población de Konso ya en el valle del omo, una ceremonia había ocurrido tan solo un día antes. Por lo tanto nunca pensé que tuviéramos esa suerte, como para que hubiera otra en esa semana, y tampoco teníamos los dedos cruzados. 
Viajar por el valle del omo, puede ser bastante complicado e incómodo si es que uno busca hacerlo en forma independiente o utilizando el transporte público. Lo más independiente que pudimos hacerlo y dentro de unos estándares de comodidad aceptable, fue rentando una camioneta 4 por 4 con chofer en Addis Abbeba. Nuestro chofer era un joven capitalino bastante relajado llamado Biruk Ketema a quien le llamábamos Bruke.
Estuvimos en el área del Omo Valley por aproximadamente 10 días acampando en pequeñas poblaciones donde había servicios de campamento y baños.  El área se encontraba bastante desértica durante el mes Febrero y el calor era fuerte.
Visitamos varias villas, pueblos y mercados. Los mercados son de gran actividad social y los productos a la venta son extremadamente básicos. Cinturones de los que ellos utilizan, pequeñas lámparas de mano hechas en china, algunas viejas verduras, sandalias y nada realmente apetecible  para un consumidor occidental. Sin embargo la actividad social entre las tribus era grande y los pequeños restaurantes vendían refrescos y cervezas a los muchos turistas que visitábamos el área

Desgraciadamente el valle del omo, se ha convertido en una especie de zoológico humano, donde que a pesar de que los hombres y las mujeres aún viven su vida en forma tradicional. Muchos jóvenes utilizan joyería y maquillaje en forma exagerada para llamar la atención de los turistas y así ser fotografiados, haciéndose acreedores de algunos Birrs.  Muchos otros y los más viejos regularmente, encuentran  este tipo de interacción socio económico con los turistas bastante molesta. Algunos pueden llegar a ser groseros e inclusive intimidantes. Recuerdo que una vez que buscaba algún momento para ser fotografiado en los caminos de la pequeña población de Key Afer, un viejo se me acerco desde la distancia y nos saludamos cordialmente de hecho.  Me parecía un  un hombre bastante amable y fotogénico, sobre todo porque llevaba consigo una arma de fuego AK 47 en los hombros que empujaba con sus brazos  hacia la nuca  mientras caminaba. Todo la interacción estaba desenvolviéndose  maravillosamente y hasta nos dimos la mano,  pero cuando  saque mi cámara y con ella en la mano le di a entender que si era posible fotografiarlo. El hombre dejo de usar sus hombros como descanso para su arma y la tomo para apuntarme con ella, mientras me hacía gestos de que me largara y al mismo tiempo él  se alejaba por el camino obviamente enojado.  


Durante las dos noches en que nos quedamos en Key Afer fuimos a visitar una pequeña población de la tribu de los Karo y también el mercado de Key Afer.  Descansando en el campamento durante la calurosa tarde y después  de visitar el mercado, Bruke nos dijo que una ceremonia del salto del toro estaba tomando lugar a tan solo unos dos kilómetros de donde estábamos.


Llegamos al lugar  y las cosas apenas empezaban a suceder.  Había varios nativos y algunos turistas atestiguando el evento. 



El joven que haría el ritual de iniciación para  la vida adulta estaba siendo preparado al igual que los jóvenes que sostendrían y alinearían a los toros para  que estos fueran saltados.  El ritual consiste en que el joven debe tomar la velocidad suficiente para correr entre los alineados lomos de los toros. Si este se cae o no completa el recorrido de todos los toros es prácticamente humillado por las mujeres y debe intentarlo de nuevo.  El joven debe lograr este proceso 4 veces en total.

Antes de llegar a ese momento. Las jóvenes mujeres son flageladas fuertemente en la espalda por el iniciado. Lo verdaderamente perturbador de esta parte del  rito, es que ellas imploran para ser azotadas hasta el punto de que yo mismo vi con mis propios ojos a una mujer llorando y rogando al joven que había parado de darle latigazos para que siguiera. Las heridas en la espalda quedan abiertas  e inclusive algunas mujeres ponen tierra para que empiece un proceso infeccioso que dejara unas terribles cicatrices  en la espalda. Claro que la percepción de cómo se ven las cicatrices depende del punto de vista de cada quien, ya que para las Hamer esas marcas en la piel denotan sensualidad. 

Una vez terminado este proceso de maquillaje de jóvenes y flagelamiento de las mujeres,  todas las personas se empezaron a mover a tan solo unos centenares de metros donde se encontraban los toros. Muchos jóvenes empezaron a alinear a los toros porque el momento del salto sucedería en cualquier momento.
Frente a mí un pequeño grupo de hombres hizo un círculo donde se efectuaron algunos ritos que apenas y se podían ver. Entre ellos estaba el joven motivo de la ceremonia.


Había entre los nativos un pequeño número  de turistas europeos y asiáticos buscando el lugar propicio para fotografiar el momento. Muchos platicaban e interactuaban mientras esperábamos. Tal vez creímos que habría algún anuncio pomposo antes de que el mozo corriera sobre los toros pero no fue así.  El gallardo y esbelto africano paso corriendo sin previo anuncio y este paso el umbral de la hombría sin previo aviso, tal como sucede en la vida de todos independientemente de las diferencias culturales.  


Al otro día nos levantamos temprano y salimos con rumbo a Addis Abbeba en un largo y extenuante día de viaje.  En aquellos días  me pareció molesto y lento el desplazamiento de los vehículos por los caminos y carreteras, ya que por esa misma vía camina mucha gente hacía sus pueblos y villas, acarreando agua, semillas y diferentes productos, mientras otros también lo utilizan también para llevar al ganado alentando significativamente a los vehículos.  Hoy después de tres años de haber realizado ese viaje, ese recuerdo en particular me hace sentir que me gustaría volver a ver eso.










lunes, 1 de junio de 2015

Jerusalen ¿Tierra santa?



Recorriendo las antiguas callejuelas de Jerusalén,  seguía los pasos del profeta; Del controversial rabino en su vía dolorosa.  Repetía esas antiguas oraciones que parecían olvidadas.  Me siento abrigado por un sentimiento de paz como un niño en los brazos de su madre; Es aquella   fe con la que nací y crecí,  es tan parte de mi como mi identidad misma.
En una esquina la potente voz del almuédano llama a la oración desde la mezquita y casi extingue las nuestras. Del otro lado de la calle  siento las  miradas despectivas de los judíos; O mejor dicho de la policía Israelí que abría el paso para nuestra procesión. 
Me siento acogido y seguro en mi grupo. Los judíos y los musulmanes son los otros. En ese momento que tres verdades absolutas se encuentran en el camino, la fe pareciera convertirse en una maldición.

Mi familia (Blanca y Asia) y yo,  llevábamos casi cinco meses viajando por África con destino a Medio Oriente e Israel estaba en nuestro itinerario.  Tras las pisadas  de Moisés cruzamos la frontera de Egipto  con destino a Jerusalén. La tierra prometida.  
Jerusalén una tierra disputada a través de tiempos muy remotos por diferentes culturas y religiones. Su silencioso testimonio ha visto nacer religiones y profetas, pero  ha visto morir a muchos más como defensores o víctimas de las mismas. 

He visitado muchos centros urbanos de diferentes culturas a través de mi vida. Unos revelan un pasado glorioso entre sus ruinas abandonadas, otros apenas y tienen  pequeños vestigios históricos de un mejor pasado, entre una  urbanidad del tercer mundo. Pocos se encuentran en su momento con soberbios monumentos  que vanaglorian  sus victorias y edificaciones  que denotan abundancia y riqueza.

Jerusalén es totalmente distinta a las demás. Jerusalén pareciera resumir la historia de todos aquellos lugares que fueron y aun son. Jerusalén ha visto el nacer y el ocaso de arrogantes imperios y culturas. Egipto, Babilonios, Asirios, Griegos, Romanos, Otomanos, etc. Inclusive da la impresión de que verá el ocaso de las potencias actuales.  Jerusalén es el corazón de la humanidad misma. Que solo dejará de latir para dar fin a nuestra civilización. 

Masada y vistas
Recuerdo que cuando cruzamos la frontera. Fui cuestionado por el origen de mi nombre. La religión de mi padre y de mi abuelo. Esto sucedió debido a que mi aspecto se asemeja a la de una persona de origen semita. 

Al llegar al hostal donde nos hospedamos. Conocimos a un grupo de tres chilenos. Dos de ellos eran  hermanastros.  Raúl  era hijo de una mujer gentil y vive en España,  Deborah su hermana,  era hija de una joven mujer judía.  Según la lectura que hice de la situación, Deborah  sintió ese fuerte llamado que sienten muchos judíos en cierto momento de sus vidas. El retorno a  la  tierra prometida por Jehová al pueblo de Israel.  El otro Chileno era Rodrigo, el novio de Deborah quien daba la impresión de sentirse rebasado y tal vez frustrado por no poder comprender como es que su novia renunciaba al mundo donde nació y vivió toda su vida, dejando atrás todo…….. Inclusive la  relación que ellos tenían.

Juntos rentamos un carro para ir  a Masada.  La cual escalamos  durante el alba, mientras nos extasiábamos con las impresionantes vistas del desierto y las hermosas tonalidades que toma durante el amanecer.  

Masada fue  el último bastión  de los judíos rebeldes al imperio romano hace dos mil años. Irónicamente sus vestigios denotan una gran influencia romana debido a que el gran constructor de las ruinas de Masada fue Herodes el grande. El protegido por los romanos y odiado por el pueblo que gobernaba.  El valiente pueblo de Israel que se refugiaba en Masada, decidió quitarse la vida antes de otorgarle  el poder a los romanos de humillarlos y masacrarlos.  Esto representa la antesala de la diáspora que duró  dos mil años y ese mismo acto de valentía que enorgullece tanto a los judíos hoy en día, les daría la fortaleza necesaria a muchos de ellos para afrontar las atrocidades  que les infringieron los nazis durante la segunda guerra mundial.   

Vistas del desierto desde masada
Desde los pequeños ventanales que aún permanecen  en el muro perimetral de la antigua fortaleza,  se pueden ver las aguas del mar muerto y por el otro lado la improvisada rampa de tierra que los romanos construyeron para subir, con la intención de aniquilar a los revoltosos. Al estar ahí, es prácticamente imposible no pensar que desde esas mismas ventanas, los rebeldes observaban el avance romano y el fatídico destino que los esperaba; Orillándolos a tomar la valiente decisión del suicidio colectivo. El cual consistió en elegir a unos cuantos para que apuñalaran a todos, a uno de ellos para que apuñalara a los verdugos  y  finalmente suicidarse. 

Durante nuestra estancia en el área,  también visitamos Belén, hoy parte de palestina y que se encuentra amurallada por Israel para contener a los palestinos dentro de sus cada vez más reducidos territorios. Conocimos el lugar donde la esposa de Constantino el grande,  (el primer emperador romano cristiano) decidió que Jesús debió haber nacido. Cientos de fieles cristianos visitaban el lugar con una particular adoración. 

Entrada a la sección de las tumbas en el Hebrón
En esa misma visita a Belén nos transportamos  al Hebrón. Ubicado también en la región de palestina y donde vive una pequeña colonia judía en un ambiente de gran tensión. Este pequeño lugar resguarda los restos de Abraham el patriarca de los judíos y pilar de las tres religiones monoteístas. Al bajar del camión que nos transportó a este lugar, decenas de guías palestinos se acercaron para llevarnos por el sitio.  Al intercambio de pocas palabras nos dimos cuenta que los guías parecían mas bien promotores del odio o resentimiento, pues hablaban de llevarnos a lugares donde atestiguaríamos las injusticias y atrocidades que los judíos han cometido en su contra. Llamándolos cáncer de la humanidad o tratando de explicarnos que los musulmanes no son el problema de nuestros tiempos,  sino los judíos.  Haciendo caso omiso a sus comentarios  y evitando involucrarnos en un conflicto ancestral y que en forma evidente no tendrá un buen fin, mejor seguimos solos y  cruzamos  varios antiguos arcos  que se encuentran  debajo de los edificios principales donde  la vida urbana sucedía. Pasamos por  rigurosos puestos de control instalados por la policía Israelí, y nos cuestionaban  sobre nuestra nacionalidad o religión.

Esta policía militar escondía su rostro detrás de cascos y máscaras con grandes anteojos, que  junto con su  uniforme y chaleco antibalas se mostraban intimidantes. Una vez penetrando el área resguardada y después de enseñar nuestros pasaportes, los  rostros ya descubiertos de jóvenes Israelís se mostraban sonrientes, pero al mismo tiempo denotaban frustración por encontrarse en un área en eterno conflicto. 

Una de las estaciones del viacrusus
Sobre la Jerusalén de Herodes el grande,  camino y vivió Jesús sus últimos días. Sin embargo hoy existe un simbólico viacrucis que representa los dolorosos momentos que paso Jesús antes de ser crucificado. Esta es conocida como la vía dolorosa, la cual se encuentra marcada con lunetas en ciertas callejuelas de la ciudad antigua. Esto se hizo  de acuerdo a  los registros bíblicos sobre los sucesos que ocurrieron  antes de su crucifixión, como las caídas que tuvo el profeta al cargar la cruz por ejemplo.  La vía dolorosa comienza en la puerta de los leones, cerca de la antigua fortaleza Antonia, dirigiéndose a través de la ciudad antigua a la Iglesia del Santo Sepulcro.

Policia Israeli y monjes franciscanos en evidente actitud durante el viacrusis


El viernes visitamos el conocido muro de los lamentos para presenciar el Sabbat que es el día santo de la semana judía.  El Sabbat  comienza a partir del atardecer del viernes hasta el momento en que se puede ver la primera estrella en el firmamento el día sábado. 

Muro de los lamentos durante el sabbat
El  muro de los lamentos es el último vestigio que permanece en pie del gran templo que hizo construir Herodes el grande y que fue destruido por los romanos durante la gran rebelión la cual culmino en el año 70 D.C. La destrucción estuvo a cargo del general Tito y este dejo tan solo esta parte del templo para que los judíos no olvidaran que fue Roma quien venció en Judea. 

Durante dos mil años este lugar estuvo fuera del dominio Judío,  aunque durante todo el tiempo fue un lugar de peregrinaje para estos. No fue sino hasta la guerra de los seis días en la que una coalición árabe enfrento a Israel  en el año de 1967 y al ser derrotada por el poderío militar sionista, Jerusalén quedo dentro de sus dominios nuevamente.  Hoy en día centenares de judíos ortodoxos oran y se congregan durante el Sabbat frente al muro. En las oraciones los judíos ponen papeles con sus peticiones entre las grietas del muro, pues es la creencia que en el templo reside Dios. Así mismo bailotean al rezar con movimientos muy extraños. Hay muchas interpretaciones de porque hacen eso, pero al final creo que todas o ninguna se debe de tomar por buena. Unos dicen que dicho movimiento asemeja el movimiento de una flama, o que ese bailoteo es producto de la fuerza estremecedora que produce  la oración al entrar en contacto con dios. 

Durante el Sabbat la actividad económica de Israel se ve paralizada casi por completo ya que de acuerdo a la religión, el dinero no debe ser tocado por nadie  y es por eso que nosotros decidimos estar, visitar y comer en la parte árabe de la ciudad.  El sábado por la tarde esperamos en el hostal a que saliera la primera estrella en el cielo para ir a cenar en el área de bares y restaurantes que se llena de vida los sábados por la noche.

Al dirigirnos a esta área,  vimos una gran manifestación de judíos ortodoxos en las calles que era controlada o contenida  por la policía.  Al parecer el motivo de la manifestación era una exigencia al gobierno  para que no dejara circular taxis en la ciudad durante el Sabbat, ya que este tipo de servicio lo proveen los palestinos a quienes no les importa el Sabbat o las reglas de la tora. Por lo tanto gustosamente tocan los shekels que les caen en las manos.  Mientras eso sucedía un pequeño grupo de jóvenes Israelís que caminaban justo al lado de la manifestación,  se enfureció y empezaron a golpear a algunos ortodoxos que se encontraban en su camino. Rápidamente la policía intervino y trato de calmar los muy tensos ánimos que predominan en esta ciudad en el día a día.

Cuando el pequeño grupo de jóvenes finalmente se alejaba,  amenazaban a los ortodoxos mientras caminaban.  De hecho un poco más tarde y al estar sentados en las sillas exteriores de un restaurant. Vimos pasar de nuevo  al ahora grande grupo de jóvenes con dirección hacía el sitio donde ocurría la manifestación.
Al parecer gran parte de la juventud de  Israel, no es precisamente devota de su fe y todo este tema de la religión, junto con las tensiones que está puede llegar a ocasionar, los enoja en sobremanera; Debido a que son ellos los que deben de enfrentarse en combate por culpa de las creencias de los ortodoxos, quienes no están obligados a enlistarse en el ejército o hacer el servicio militar, mientras ellos si lo están  perdiendo algunos años de su juventud. 

La cupula de la roca
Contentos porque ya nos quedaban pocos días en la santa pero muy tensa ciudad de Jerusalén, pensamos que no podíamos despedirnos de Jerusalén sin visitar  la Roca, pues es una de las edificaciones  más emblemáticas de Jerusalén. La Roca es una mezquita que se ubica justo en la parte de arriba del muro de los lamentos y en la parte alta de la ciudad vieja. Esta fue construida entre los años 687 y 691 por el noveno califa, Abd al-Malik. . 

Dentro del templo se encuentra una roca, la cual según el Islam es el punto de donde se impulsó   Mahoma para elevarse al cielo junto con el arcángel Gabriel.
Claro está que al encontrarse en tierra alta de la base del muro de los lamentos, es otro  punto de tensión para las dos religiones.  Al ingresar al área del patio que rodea la mezquita se debe de cruzar otro punto de control para evitar la filtración de armas.  Ya que los judíos acusan a los palestinos de haber lanzado rocas desde el patio que rodea a la mezquita a la base del muro de los lamentos durante el Sabbat.      

Después de 10 días en Israel partimos hacia la frontera de Jordania con el objetivo de cruzar a este país y visitar las ruinas de petra y las ruinas de romanas de gerasa. En el camión conocimos a un norteamericano cristiano que también se dirigía a Jordania y durante el camino mantuvimos conversaciones de diferentes tópicos, pero invariablemente desemboco en un tema religioso. Citando algunas de sus palabras: “El día del juicio final se encuentra cerca y el tiempo se les agota a los judíos para aceptar a Jesús como su verdadero salvador y el perdón de sus pecados”

Me gustaría tener una mayor riqueza en el lenguaje para poder describir lo contentos que nos sentimos al cruzar la frontera con Jordania y los hastiados que nos sentíamos de la tierra  santa con sus rituales y fanatismos religiosos  llevados al extremo.



viernes, 15 de mayo de 2015

Masked Dance Mali


El líder de la pequeña aldea llamaba con el tambor a los danzantes para avisar de nuestro arribo. El frío viento del alba soplaba con gran fuerza levantando el fino polvo del sahel, que invadía y penetraba sutilmente entre las pequeñas chozas de la aldea, como el trance mismo que lentamente poseía al ser con la melódica música. 



En este lado del mundo muchas personas nos hemos formado una idea muy general de África con imágenes que hemos visto por aquí y por allá sobre su exótica  flora y fauna,  las sombras de las acacias en atardeceres espectaculares,  así como primates y tribus viviendo en lo más intricado de la  selva impenetrable.  Muchas de esas imágenes las complementan noticias sobre las hambrunas, el ebola y  algún grupo rebelde saqueando y exterminando aldeas. 

Entre esa cascada de imágenes y abrumadoras notas que forman África,  Mali habla de sí misma con sus exóticas construcciones de lodo, el país dogón que es en sí mismo un país dentro de otro país. 


A pesar de las terribles noticias sobre la guerra de Mali que culmino en el 2013 con la intervención de Francia, para liberar  a su excolonia de manos terroristas, así como  los esporádicos ataques  que ocurren en el norte de Mali y la epidemia del ebola,  la curiosidad de ver Mali con sus construcciones de lodo, el dogon y sus exóticas danzas de los enmascarados ganaron sobre el miedo.


Claro está que a pesar de que el ímpetu de viajar se impuso al miedo, no lo hizo al sentido común y es por esto que me dedique a estudiar sobre la situación, consultando noticias internacionales, foros de viajes y blogs de viajeros,  los cuales siempre coincidían que la situación estaba  tranquila a pesar de la fragilidad en los acuerdos de paz entre los rebeldes y el gobierno de Mali.  
El siguiente paso para poder viajar a Mali y  el más difícil según pensé, seria en convencer a mi esposa; Pero el miedo una vez más sucumbió ante la gran personalidad  de aventurera que reside dentro de ella. Ya que al proponerle el destino con sus inconvenientes en la situación política,  poco le importaron  después de ver las fotos que le mostré en el internet sobre Mali y su cultura. 

Así pues nuestra ruta para llegar a Mali fue por medio de la ciudad de Washington DC, hacia Burkina Faso, de donde viajaríamos por tierra al país vecino de Mali
Después de largas horas de viaje llegamos a Ouagadougou (capital de burkina faso) ya entrada la noche y de forma inmediata tuvimos esa extraña sensación  mental y emocional que mueve todos tus parámetros de realidad  llevándote  a lugares lejanos. Las calles de la capital daban la impresión de rodear gallineros  en lugar de edificios. La gente caminaba con canastas sobre la cabeza,  algunos  cerraban sus  improvisados negocios en la vía pública, otros guardaban sus envases de gasolina  que durante el día eran gasolineras y otros más  se desplazaban en motonetas de aquí para allá,  mientras la rítmica música africana que llevaba el taxista nos hacía ver el ocaso de la vida diaria de la capital como en una pantalla de cine. A diferencia a otras ocasiones en que había visto esa vida en las películas, esta vez era real y nos encontrábamos finalmente ahí.
Al siguiente día tomamos un camión a tempranas horas de la mañana hacia el Sahel  rumbo a la ciudad de Ouagihouya, que se encuentra a tan solo pocos kilómetros de la frontera de Mali y donde habíamos quedado de vernos con el que sería nuestro guía por los siguientes días.
Este guía y singular personaje llamado Guindo  que contacte por el internet,  es un miembro de la tribu de los Dogon y guía en el área del Dogon en Mali, que alguien recomendó mucho en uno de esos tantos blogs que leí durante mi investigación.  Recuerdo que una de las cosas que me hizo decidir viajar con este guía, fue su rápida respuesta a mi correo electrónico y la estructura en la que dividió los diferentes costos  diarios y los multiplico por los días en que sería nuestro guía. Además de que hablaba inglés, cosa difícil de encontrar en Mali pues el idioma oficial es el francés idioma que poco o nada artículo. 

Era ya  tarde en Ouagihouya  y decidí salir a caminar por las calles para obtener un poco más de esa enigmática sensación del día pasado al llegar a Ougadougou.  Tengo esa imagen vivida cuando un africano se me acerco y  me empezó a hablar en Ingles diciéndome: “Hola mi nombre es Guindo, eres tu Hiram de México?”  La rápida y súbita interacción, relajo y cambio los colores del horizonte para nosotros, pues había cierta tensión por encontrarnos en un área no recomendada para visitar por ninguna embajada del mundo.
A tempranas horas de la mañana partimos hacia la frontera de Mali a través de los áridos paisajes del sahel y los maltrechos controles sanitarios que buscan erradicar el ebola, así dando inicio a nuestra aventura por el Dogon,  la cual duraría cuatro días.   

Empezamos en el pequeño pueblo de  Madougou donde todas las construcciones eran de lodo y ese día había un mercado que invadía las callejuelas del pequeño poblado. Bajo la sombra de un gran árbol había docenas y docenas de burros y a pocos metros pequeñas carretas vacías que se encontraban unas con otras.  Se podría decir que este era el estacionamiento. Pasamos algunas horas por ahí y nos dirigimos, a los pequeños pueblos de Neni, Banani y Tereli que son típicos del Dogon.  Durante todo el camino pudimos observar la precariedad de la vida diaria. Ya que en cada pequeña aldea se veían mujeres moliendo granos con barras de madera contra una especie de balde de madera también.  Había pozos de donde las mujeres sacaban el agua jalando una cuerda u hombres haciéndolo por medio de camellos.  Así nos adentramos un poco más en África. Donde las cosas que nosotros damos por sentado en este lugar se les dedican tiempo y duro trabajo.


Todas las pequeñas aldeas del dogon eran parecidas. Muchas de ellas al pie de una gran pared de montaña donde se ven viejas y abandonadas construcciones en medio de sus acantilados. Abajo las aldeas hechas de barro o lodo que  siempre cuentan con una mezquita en medio.  

Se podría decir que el Dogon es un pequeño país dentro de Mali.  Los dogones de hecho habitaban en el sur de Mali casi en la frontera de la hoy Guinea. Pero se mudaron a esta área en el siglo XI debido a que los marroquíes empezaron a hacer incursiones de conversión al Islam. Los dogones orgullosamente animistas y apegados a sus danzas y tradiciones optaron por mudarse a esta área donde encontraron muchas de esas viejas construcciones en las paredes de las montañas ya abandonadas por otras tribus desconocidas hasta el día de hoy, las cuales ocuparon construyendo otras. 

 Según nuestro guía   una de las razones de mayor peso y  por las cuales decidieron asentarse en las alturas, fue primordialmente por  protección contra sus enemigos los fulani. Tribu nómada ya convertida al Islam, quienes los atacaban para convertirlos a ellos también. De tal manera que la altura les daba la ventaja de evitar ataques sorpresa y la superioridad en la batalla al estar en tierras altas. Aun así y al pasar el tiempo, muchos de los dogon se han convertido al Islam pero han abrazado la fe con gran sincretismo, debido  aún  siguen practicando sus danzas animistas de los enmascarados y también son grandes tomadores de alcohol lo cual hacen con regularidad.  Cosas que el Corán rechaza en sus totalidad. 

Podría decirse que los dogon viven su vida entre el animismo y el Islam en un tiempo perdido donde no existe la autoridad, sino el espíritu libre en un estado casi primitivo. La vida y la ley se rigen por medio de sus antiguas tradiciones donde las aldeas se reúnen bajo una toguna (construcción hecha de paja) para tratar los asuntos cívicos importantes donde el chamán u hombre mágico tiene la última palabra.
La alegría y sencillez con que los dogones viven la vida, indudablemente los ayuda a encarar  los duros retos de la vida, los cuales no son pocos en este lugar. Ya que el conflicto armado ahuyento a los turistas, quienes son su principalmente de ingresos. Las lluvias son cada vez más escasas y los pozos cada vez más secos. Desde las alturas de los acantilados se puede  ver el implacable avance del desierto del Sahara anunciando con su lento arribo un futuro incierto para su forma de vida. 
Durante nuestra estancia en el dogon dormíamos en el techo de alguna casa al aire libre. La gente era tranquila y amigable. Los niños me recordaban mi infancia, pues todavía salen a jugar hasta el atardecer entre el bullicio de  sus habitantes, pues la convivencia se intensifica durante el ocaso del día. 
La razón principal por la cual visitamos el dogón, fueron sus exóticas danzas de los enmascarados. Es por eso que le pedimos a Guindo hablar con el líder de alguna aldea para organizar una danza.
La danza de los enmascarados puede tener diferentes connotaciones dependiendo principalmente del tipo de máscaras.  Además de que ciertas mascarás son endémicas de una aldea en particular. Siendo una cultura tradicionalmente animista  algunas de las danzas despiden a los espíritus de los  muertos para que  estos no intenten  tomar  el cuerpo de algún mortal.  En otras palabras  la mascará sustituye al cuerpo y esta es la poseída por el espíritu. Ciertas mascaras se resguardan  en alguna construcción antigua de los acantilados, hasta una nueva danza.  Otras danzas se realizan cada 60 años y en ellas los dogones cuentan la historia de sus orígenes.  Hoy en día y con el objetivo de ganar un poco de dinero, los dogon realizan estas danzas para los pocos turistas que visitan el área  e inclusive dejan que las mujeres presencien las mismas.  Es decir las occidentales o turistas, pues a este tipo de ceremonias   no deben asistir las mujeres y ni siquiera  se les permite tocar las máscaras aun cuando estas se encuentran en la entrada de su propio hogar.  Esto  para que los espíritus no penetren a las casas  y posean a alguno de quienes las habitan. 

La aldea donde nosotros presenciamos la danza se llama Andakada y  se encuentra en una gran meseta.  Llegamos a tempranas horas de la mañana y nos sorprendimos al ver que los niños huían de nuestra presencia ya que en esta aldea en particular los dogones raramente ven algún visitante. Nos recibió amablemente  un hombre de edad medianamente avanzada e inmediatamente despues, este subió a una parte alta para llamar a los danzantes con los mágicos ritmos que emanaban  de su tambor.
El frio viento del amanecer soplaba con gran fuerza levantando el fino polvo del sahel, el cual se veía como avanzaba claramente con la bella luz del amanecer, pareciendo ser los mismos  mágicos ritmos del llamado que se adentraban en las pequeñas chozas.


La aldea donde nosotros presenciamos la danza se llama Andakada y  se encuentra en una gran meseta.  Llegamos a tempranas horas de la mañana y nos sorprendimos al ver que los niños huían de nuestra presencia ya que en esta aldea en particular los dogones raramente ven algún visitante. Nos recibió amablemente  un hombre de edad medianamente avanzada e inmediatamente despues, este subió a una parte alta para llamar a los danzantes con los mágicos ritmos que emanaban  de su tambor.
El frio viento del amanecer soplaba con gran fuerza levantando el fino polvo del sahel, el cual se veía como avanzaba claramente con la bella luz del amanecer, pareciendo ser los mismos  mágicos ritmos del llamado que se adentraban en las pequeñas chozas.