En medio del avasallante calor esperábamos el momento dorado. Los turistas y locales estábamos formando un circulo alrededor de los toros, cuando de repente la desnuda y esbelta figura de un joven africano paso corriendo entre la pequeña multitud y después sobre los lomos de las bestias. En ese instante acababa de traspasar la imperceptible frontera que divide la juventud de la adultez
Blanca, Asia y yo viajamos a Etiopia con el fin de conocer
la rutica histórica del norte del país y asistir al festival de timkat en
Lalibela. Etiopia no es uno de esos
destinos frecuentes o un país cercano como para dejar pasar un área interesante
para la próxima vez. Por lo tanto pensamos
en no perder la oportunidad de ir al sur de esta nación para conocer el valle
del omo.
El valle del omo lleva ese nombre debido al rio omo que se encuentra
dentro del valle mismo. Este lugar es un verdadero yacimiento de antiguos esqueletos
del homo sapiens. Se encuentra en las cercanías de la frontera con Kenia y del
lago Turkana. Así mismo es el hogar de
algunos grupos humanos que aún viven en forma muy tribal o inclusive primitiva
como lo son los Surma, los Karo, los Hammer, los Mursi, los Ari, los Banna y
los Bumi.
Mujer mursi |
Estos pequeños grupos de personas se dedican mayormente a la
recolección, la caza y al pastoreo de
sus animales. Apenas y cubren sus desnudos torsos con algo de ropa, pero si
utilizan armas largas para proteger a su ganado y comunidades en contra de los
depredadores. Se reúnen algunos días de la semana para intercambiar productos
en los mercados que toman lugar en los asentamientos humanos más grandes o
pequeños pueblos. Caminan grandes distancias para esta forma de interacción
social y hoy en día el turismo etnográfico se
ha convertido en una nueva forma de desarrollo económico, ya que a ellos
les toca una pequeña derrama monetaria
cuando son fotografiados.
Antes de embarcarnos para Etiopia había visto algunas fotos de las
tribus que habitan este valle y me parecieron bastantes atractivas como para
hacer una desviación hacía al sur del país durante nuestro viaje. Al investigar más sobre el área me enteré
sobre esta singular ceremonia llamada el salto del toro, que es realizada por
la tribu de los Hamer. El salto del toro
es básicamente un ritual de iniciación a la vida adulta de un hombre,
despidiendo su niñez al probar su valor.
Este tipo de ceremonias ocurren entre febrero hasta
principios de abril, desde Julio hasta septiembre y en la segunda
mitad de diciembre.
No esperábamos ser testigos de este ritual porque en
realidad no hay un calendario exacto para estas ceremonias, pero sobre todo después
de que cuando llegamos a la pequeña población de Konso ya en el valle del omo,
una ceremonia había ocurrido tan solo un día antes. Por lo tanto nunca pensé
que tuviéramos esa suerte, como para que hubiera otra en esa semana, y tampoco
teníamos los dedos cruzados.
Viajar por el valle del omo, puede ser bastante complicado e
incómodo si es que uno busca hacerlo en forma independiente o utilizando el
transporte público. Lo más independiente que pudimos hacerlo y dentro de unos
estándares de comodidad aceptable, fue rentando una camioneta 4 por 4 con
chofer en Addis Abbeba. Nuestro chofer era un joven capitalino bastante
relajado llamado Biruk Ketema a quien le llamábamos Bruke.
Estuvimos en el área del Omo Valley por aproximadamente 10
días acampando en pequeñas poblaciones donde había servicios de campamento y
baños. El área se encontraba bastante desértica
durante el mes Febrero y el calor era fuerte.
Visitamos varias villas, pueblos y mercados. Los mercados
son de gran actividad social y los productos a la venta son extremadamente
básicos. Cinturones de los que ellos utilizan, pequeñas lámparas de mano hechas
en china, algunas viejas verduras, sandalias y nada realmente apetecible para un consumidor occidental. Sin embargo la
actividad social entre las tribus era grande y los pequeños restaurantes
vendían refrescos y cervezas a los muchos turistas que visitábamos el área
Desgraciadamente el valle del omo, se ha convertido en una
especie de zoológico humano, donde que a pesar de que los hombres y las mujeres
aún viven su vida en forma tradicional. Muchos jóvenes utilizan joyería y
maquillaje en forma exagerada para llamar la atención de los turistas y así ser
fotografiados, haciéndose acreedores de algunos Birrs. Muchos otros y los más viejos regularmente,
encuentran este tipo de interacción
socio económico con los turistas bastante molesta. Algunos pueden llegar a ser
groseros e inclusive intimidantes. Recuerdo que una vez que buscaba algún
momento para ser fotografiado en los caminos de la pequeña población de Key
Afer, un viejo se me acerco desde la distancia y nos saludamos cordialmente de
hecho. Me parecía un un hombre bastante amable y fotogénico, sobre
todo porque llevaba consigo una arma de fuego AK 47 en los hombros que empujaba
con sus brazos hacia la nuca mientras caminaba. Todo la interacción estaba
desenvolviéndose maravillosamente y
hasta nos dimos la mano, pero cuando saque mi cámara y con ella en la mano le di a
entender que si era posible fotografiarlo. El hombre dejo de usar sus hombros
como descanso para su arma y la tomo para apuntarme con ella, mientras me hacía
gestos de que me largara y al mismo tiempo él
se alejaba por el camino obviamente enojado.
Durante las dos noches en que nos quedamos en Key Afer fuimos a visitar una pequeña población de la tribu de los Karo y también el mercado de Key Afer. Descansando en el campamento durante la calurosa tarde y después de visitar el mercado, Bruke nos dijo que una ceremonia del salto del toro estaba tomando lugar a tan solo unos dos kilómetros de donde estábamos.
Llegamos al lugar y las cosas apenas empezaban a suceder. Había varios nativos y algunos turistas atestiguando el evento.
El joven que haría el ritual de iniciación para la vida adulta estaba siendo preparado al
igual que los jóvenes que sostendrían y alinearían a los toros para que estos fueran saltados. El ritual consiste en que el joven debe tomar
la velocidad suficiente para correr entre los alineados lomos de los toros. Si
este se cae o no completa el recorrido de todos los toros es prácticamente
humillado por las mujeres y debe intentarlo de nuevo. El joven debe lograr este proceso 4 veces en
total.
Antes de llegar a ese momento. Las jóvenes mujeres son flageladas
fuertemente en la espalda por el iniciado. Lo verdaderamente perturbador de
esta parte del rito, es que ellas
imploran para ser azotadas hasta el punto de que yo mismo vi con mis propios
ojos a una mujer llorando y rogando al joven que había parado de darle
latigazos para que siguiera. Las heridas en la espalda quedan abiertas e inclusive algunas mujeres ponen tierra para
que empiece un proceso infeccioso que dejara unas terribles cicatrices en la espalda. Claro que la percepción de cómo
se ven las cicatrices depende del punto de vista de cada quien, ya que para las
Hamer esas marcas en la piel denotan sensualidad.
Una vez terminado este proceso de maquillaje de jóvenes y
flagelamiento de las mujeres, todas las
personas se empezaron a mover a tan solo unos centenares de metros donde se
encontraban los toros. Muchos jóvenes empezaron a alinear a los toros porque el
momento del salto sucedería en cualquier momento.
Frente a mí un pequeño grupo de hombres hizo un círculo
donde se efectuaron algunos ritos que apenas y se podían ver. Entre ellos
estaba el joven motivo de la ceremonia.
Había entre los nativos un pequeño número de turistas europeos y asiáticos buscando el
lugar propicio para fotografiar el momento. Muchos platicaban e interactuaban
mientras esperábamos. Tal vez creímos que habría algún anuncio pomposo antes de
que el mozo corriera sobre los toros pero no fue así. El gallardo y esbelto africano paso corriendo
sin previo anuncio y este paso el umbral de la hombría sin previo aviso, tal
como sucede en la vida de todos independientemente de las diferencias
culturales.
Al otro día nos levantamos temprano y salimos con rumbo a
Addis Abbeba en un largo y extenuante día de viaje. En aquellos días me pareció molesto y lento el desplazamiento
de los vehículos por los caminos y carreteras, ya que por esa misma vía camina
mucha gente hacía sus pueblos y villas, acarreando agua, semillas y diferentes
productos, mientras otros también lo utilizan también para llevar al ganado
alentando significativamente a los vehículos.
Hoy después de tres años de haber realizado ese viaje, ese recuerdo en
particular me hace sentir que me gustaría volver a ver eso.
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