martes, 19 de agosto de 2014

Timkat

En el momento que salió la procesión de la iglesia y los primeros monjes con sus brillantes túnicas estuvieron fuera, su presencia  anunciaba que el arca estaba por salir. En menos de un segundo estaba el monje con el arca frente a mí y por un momento pareciera que todo se quedo suspendido para después explotar en desenfreno, vitoreos, tambores y baile alrededor. El Timkat había comenzado.

El Timkat es una fiesta religiosa  del cristianismo ortodoxo que se celebra en el norte de Etiopia. Timkat  es una palabra en Amárico (lengua o escritura etíope) que en español significa ‘bautizo’. También conocida como Epifanía, evoca esencialmente el bautismo de Jesús en las aguas del rio Jordán, que convoca a cientos de peregrinos y religiosos que acuden a diferentes ciudades de Etiopia para celebrarlo, siendo las principales Addis Abbeba (la capital), Gonder y Lalibela.

 Los sacerdotes celebrantes visten  túnicas y portan sombrillas de finas telas y brillantes colores,  en una peregrinación que recorre desde cada iglesia del pueblo, hasta una alberca (piscina) gigante que representa al rio Jordán. En el centro  del tumulto de peregrinos,  un hombre carga sobre su cabeza el Tabot adornado con coloridas telas, alegoría del Arca de la Alianza, pues durante las festividad
revive la historia o leyenda sobre la transportación del Arca desde Jerusalen a Etiopia.

Los grupos de sacerdotes son presididos  por jóvenes religiosos elegantemente ataviados que tocan tambores y diferentes instrumentos, mientras toda la población baila y vitorea a su alrededor, en una velada que se prolonga hasta la mañana siguiente. El evento cierra con broche de oro  en una solemne misa concelebrada que culmina con el bautizo, alegremente representado por los jóvenes que se zambullen estrepitosamente en la piscina lanzando agua por doquier a los espectadores del cómico espectáculo. La fiesta del Timkat se  celebra el 19 o 20 de Enero de cada año según nuestro calendario, pero que corresponde al décimo día del Terr del calendario Amárico.

                                                        
 Así de simple puedo explicar en que consiste esta festividad religiosa, pero la historia de como fui atraído a esta festividad en la cual viajamos mi esposa e hija es mucho mas compleja.

Hace ya muchos años había visto en diferentes revistas y documentales imágenes del timkat. Solo puedo recordar las sombrillas y túnicas finamente decoradas que vestían a los monjes africanos en aquellas imagenes.  Ni siquiera puedo decir que empataba esas imágenes con Africa, pues el verdaderamente viejo continente lo tenía estereotipado con animales exóticos y tribus semidesnudas.    

Aun así y sin saber como describirlo algunos pensamientos sobre Etiopia iban y venían a mi cabeza como un posible destino para el futuro.  No fue hasta que en una librería fui atraído por un libro sobre la historia de este país. Al comprarlo y después leerlo entonces  se revelo ante mí  algo compárable  a cuentos o  leyendas  que todos hemos escuchado más de una vez,  en las cuales  se hablan sobre tierras lejanas,  dragones, reyes, príncipes, caballeros, castillos y fortalezas escondidas.


Etiopía es un lugar único y totalmente diferente a los demás países de África. Primordialmente porque es la única  nación del continente que jamás fue colonizada por ninguna potencia europea y por su peculiar historia, la cual incluye un imperio del mundo antiguo. Además de que sus creencias han prevalecido a través del tiempo aun cuando a corta distancia se encuentra Arabia Saudita y La Meca. Cuna de Mahoma quien logro sembrar los principios del Coran por  muchos lugares de Africa, todo medio Oriente y partes de Asia incluyendo a China, pero realmente poco pudo penetrar el Islam a Etiopia que defendió sus creencias siendo prácticamente vecinos de la religión. 
La historia del norte pareciera un pergamino perdido en algún monasterio,  que espera ser encontrado para narrar con sus singulares vestigios,  fantásticos mitos y  leyendas, una historia inverosímil sobre un imperio perdido.
Todo empieza con el imperio Aksumita, que  alcanzó su esplendor entre los años 200 a C. y 400 de nuestra era. Fue uno de los imperios más grandes del mundo antiguo y  abarcó el norte de la hoy Etiopía, toda Eritrea, gran parte de la frontera con Sudán y el sur de la península arábiga hasta Yemen. La capital del imperio se encontraba en la hoy también ciudad de Aksum, cercana a frontera de Eritrea en el norte de Etiopía.
Poco se sabe de este imperio antiguo en realidad, pero se cuenta que durante los viejos días previos a la fundación del imperio, un día invadió la ciudad  una gigantesca  serpiente  llamada Wainaba, la cual sembró el terror entre sus habitantes apoderándose del trono por 400 años. Siendo Wainaba una fiera temperamental y peligrosa, la única forma de aplacarla era alimentándola con leche y  mujeres virtuosas aun no tocadas por  hombre alguno. Finalmente la salvación llegó personalizada en un hombre llamado Angabo, que llegó desde las costas del Mar Rojo.  Angabo propuso al pueblo matar a la bestia y acabar con el sufrimiento,  a cambio del trono del imperio. El pueblo aceptó de forma de inmediata y entonces  este enfrento  a la criatura no como un guerrero, sino como un astuto adversario que le dio a beber a la serpiente leche de cabra envenenada, acabando así con la despiadada y gigantesca serpiente.
El pueblo de Aksum cumplió su promesa y Angabo  vivió el resto de sus días como el gran monarca del pueblo; Echó raíces dejando una huella de su misma sangre:   Makeda, su hija, quien con el tiempo se conocería como la reina de Saba. 
Saba durante sus días como reina, viajó a Jerusalén atravesando el Mar Rojo y la península arábiga, hasta Jerusalen, para conocer y honrar  al gran rey Salomón, de quién había escuchado sobre su gran sabiduría.
Salomón no solo era un hombre de gran sabiduría, sino que al parecer también  de grandes encantos, ya que  al retornar a Aksum, Saba se dio cuenta de que estaba embarazada de él dando a luz un hijo que llamaría  Menilek. Al pasar el tiempo y cuando Menilek era ya un monarca, él viajó también a Jerusalén, con el objetivo de conocer a su padre. Salomón aceptó gustosamente a este hijo  y  como manera de honrar el vinculo de sangre que existía entre ellos, entregó para su cuidado el Arca de la Alianza, la que fue trasportada a la hoy Etiopía y supuestamente aun resguardada en una de las iglesias de  Santa María de Sión en Aksum.  

Cabe mencionar que el arca de la alianza supuestamente  resguarda en su interior los 10 mandamientos revelados en piedra por Dios a  Moises en el monte sinai.  El arca de la alianza simbolisa el vinculo creado tambien entre Dios y su pueblo, y fue fabricada según las instrucciones que Dios dio a Moises.
Es así como se introdujo el Judaismo  al imperio. Según el historiador  eclesiástico bizantino Rufino  afirma que la llegada del cristianismo ocurrió de manera accidental desde las costas del Mar Rojo,   gracias a un mercader sirio que regresaba a casa con dos estudiantes cristianos, después de un largo viaje por la India. Teniendo que parar forzosamente en África para reabastecerse de agua, este hombre y sus estudiantes  ejercieron  una gran influencia con sus nuevas creencias religiosas en estas lejanas tierras, llegando inclusive a codearse con los monarcas,  a tal punto que los indujeron a adoptar este credo religioso.

Esto fue parte  de lo que  transformo ese libro en una   invitación irresistible para viajar a esta lejana tierra y me tomo un minuto en convencer a mi esposa e hija, pero meses de planeación para poder materializar el hecho de llegar a Etiopia.
Llegamos a Etiopia el quince de Enero del 2012 y   escogimos Lalibela para pasar el Timkat. Lalibela,  es una pequeña población de 14.000 habitantes y  que solo puede existir  en  la  más creativa imaginación de un escritor de cuentos de hadas. Es de gran importancia para la religión  cristiana ortodoxa y es conocida como la Nueva Jerusalén. Hoy es un centro de peregrinaje,  que en la antigüedad era conocida como Roda durante la dinastía Saje. Las iglesias en roca fueron construidas por el rey Lalibela en el siglo XII,  en respuesta a la invasión de los musulmanes a Jerusalén. Al morir el monarca, la ciudad fue nombrada como su rey para honrarlo por su creación.

 Narra la leyenda sobre la antigua Roda que el rey Lalibela fue envenenado por su hermano y que durante su estado inconsciente,  unos ángeles lo llevaron al primero, segundo y tercer cielo donde vio una ciudad construida con iglesias esculpidas en piedra, lo que lo inspiró para empezar con su proyecto.
 Cuando Francisco Álvarez, capellán de una embajada portuguesa, viajó por Etiopía entre 1520 y 1526 y sus ojos occidentales vieron por primera vez a Lalibela,  hizo una descripción detallada de las iglesias terminando su escrito, así: "No quiero escribir más acerca de estas obras, porque temo que si escribo más, nadie me va a creer… Pero juro delante de Dios, en cuyas manos estoy, que todo lo que escribí es verdad y que la verdad es mucho más de lo que he escrito”.    Talladas en roca viva bajo la superficie de 10 metros de profundidad y  rodeadas por grandes patios y túneles  que conectan entre si las edificaciones, las iglesias dan la sensación de estar en otro planeta o tener una visión surrealista.  


El primer día de la celebración nos levantamos temprano y caminamos por largo tiempo por el pueblo visitando sus iglesias esculpidas en roca.  Bet gyorgys, Bet Amanuel, Bet Merkorios etc pero  el ambiente de fiesta se cocinaba a fuego lento. Tomamos algunas fotos y asistimos a algunas misas al aire libre. Viejos monjes y monjas iban y venían o se paraban a rezar frente a las suásticas esculpidas en las fachadas de las iglesias. Fue en forma espontanea y natural que nos sentamos en la parte superior de la roca y viendo hacía la facha de Bet Mikael donde descansamos y finalmente esperamos la procesión. Monjes iban y venían pero nada sucedía. Solo se amontaban personas y mas personas a las afueras de las iglesias para esperar el principio de las respectivas  procesiónes. Locales, peregrinos y turistas occidentales tapaban todas las vistas posibles para al evento.

De un momento a otro pude ver desde el punto superior donde me encontraba a los monjes que salían de la iglesia con el Talbot y tenían que cruzar un túnel para salir a las calles. Me despedi de mi esposa y le dije que la veria mas tarde en el hotel. Hice una serie de movimientos poco anticipados o planeados para brincar desde la roca superior a las calles y sin darme cuenta cai justo a la salida del túnel. Empezaron a salir los monjes y todo se convirtió en una verdadera locura. Todos corríamos alrededor y los policías empujaban a quienes nos atravezabamos. Eran solo segundos para correr y parar para tomar fotos, cuando tenias que adelantarte de nuevo a la procesión entre cientos de personas. Unos caian entre las rocas y vi personas lastimadas a mi alrededor pero en forma frenética yo solo seguía corriendo hasta el punto de que no se podía pasar mas. 

En realidad no se como sucedió pero de un momento a otro estaba corriendo tras un niño etíope en un cerro que estaba justo a un lado por donde pasaba la procesión. Corriamos entre callejuelas para poder adelantarnos a la procesión. Las pequeñas calles o pasadizos estaban rodeadas de humildes casas con techos de hierba y emplastadas con lodo. Llegamos a un punto muerto al encontrarnos  a la entrada de una casa, donde una señora se resisistia a dejarnos pasar para poder llegar al otro lado del cerro. Le ofrecí dinero y la señora tomo los pocos birs que le ofrecia con una mano, pero en cuestión de segundos eran tantas manos y tantos birs que  le dejaban en su mano la turba que venia tras de mi, que pronto tuvo que usar las dos manos para tomar el dinero descuidando la puerta por donde entramos estrepitosamente entre su ropa colgada en los tendederos. Al llegar al otro lado, nos dimos cuenta que nos encontrábamos en el principio de otra procesión donde no había tanta gente. 
Las fotografías fueron mucho mas comodas pero pronto nos juntamos todas las procesiones de las diferentes iglesias y el caos esta vez era gigante.
Nunca desistí y me acercaba a los monjes corriendo hacia atrás casi incado tomando fotos. Los policías me sacaban de entre los monjes  riéndose de mi absurda insistencia. No fue ni la insistencia de la policía, ni el impasable número de personas los que me hicieron detener, sino el cansansio extremo, pues sentía que mi corazón estaba por salirse del pecho, debido a  los cambios súbitos de ritmo  para poder adelantarme a la procesión detenerme y fotografiarla para seguir corriendo hacia atrás etc. 
Fue hasta la noche cuando fui con mi esposa para tomar fotos entre los músicos que se encontraban acampando donde sería la misa final.
Al otro día asistí temprano para la misa antes de la representación del bautizo y esta termino con una desbordante alegría entre los presentes que se mojaban en la alberca que representaba el rio jordan.
En la tarde decidimos tomarlo mas tranquilo y esperamos la procesión de regreso que dejaría el tabot en Bet Gyrogis. Bet Gyorgis es la iglesia más representativa de Lalibela y desde mi punto de vista la mas bella. El techo de la misma tiene la forma de una cruz que se asoma en la roca gigante donde fue esculpida. Para aproximase a  ella hay que pasar por una seria de tuneles hasta  una explanada bajo la piedra y frente a la imponente fachada de la iglesia. 
Una vez terminada las procesiones donde se resguardan los tabots en sus respectivas iglesias se realizan algunas misas y el evento termina.
Nosotros pasamos dos noches mas en Lalibela para disfrutar de la belleza del pueblo sin tantos turistas y después seguimos viajando a la región de Tigray. 

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