martes, 19 de agosto de 2014

Monlam Chenmo


Todavía se encuentra obscuro. El aire es tan helado que no soporto los ojos; Lo único que llevo descubierto al ambiente. En cada paso oigo como se rompe la nieve contra el pavimento bajo mis botas. Delante y tras de mi hay pequeños grupos de peregrinos caminando lentamente hacia el monasterio. Al acercarme a las pequeñas estupas, veo diminutas luces de cientos de peregrinos que se mueven. Las plegarias y oraciones forman un fuerte murmullo colectivo que me arrulla y me proporciona un cálido sentimiento.
De pronto estoy dentro de las interminables hileras girando los molinos de oración. Otros se arrastran entre el hielo y la nieve al realizar sus plegarias, mientras el cielo empieza a dar los primeros signos del alba.
Los primeros rayos de sol, parecieran cuchillos de hielo atravesándome de lado a lado. El ambiente está a -18 C.  Es como un sueño, algo irreal, fuera de este mundo o cuando menos de mi mundo. En ese momento me doy cuenta que me encuentro muy lejos. Estoy en Xiahe girando los molinos de oración frente al monasterio Labrang mientras realizamos el kora durante el Monlam Chenmo.

Fue durante el caluroso verano del desierto de Baja California, que decidí asistir al Monlam Chenmo en Xiahe, China. Nunca me imaginé las gélidas temperaturas que enfrentaría ese próximo febrero. 

Recuerdo que volé de Beijín a la ciudad de Lanzhou y minutos antes de aterrizar me asome por la ventanilla. El paisaje era intimidantemente blanco por la nieve lo cubría.

Al salir del aeropuerto, el chofer contratado por el hotel me esperaba con un letrero que tenía escrito mi nombre. El chofer solo hablaba Mandarín o Cantones, por lo tanto no pudimos intercambiar palabras durante cinco horas hasta llegar Xiahe. Primeramente pasamos por la ciudad de Lanzhou la cual me pareció un cuadro apocalíptico. Las chimeneas gigantes de las fábricas arrojaban humo contaminante justo al lado del rio amarillo. Del otro lado del rio, decenas y decenas de edificios de departamentos surgían de la ciudad,  que entre ellos se tapaban las vistas del marchito paisaje. Algunos atrapados en el medio de otros, tal vez nunca ven la luz del sol. Así nos alejamos de la ciudad y poco a poco nos encontramos rodeados de montañas cubiertas de hielo y nieve costeando el rio amarillo.  Atravesamos muchos pueblos de los cuales siempre surgían de entre las construcciones mezquitas de diferentes tamaños y diseños. Siempre influidas por la arquitectura china. Estoy seguro que muchos de esos pueblos se encogerán muy pronto, pues la carretera por la cual nos desplazábamos, estaba pronta a ser remplazada por una súper carretera elevada y a veces subterránea que atravesaba las montañas siempre por un costado o por arriba de los pueblos.
Empezó a nevar hasta el punto de que la misma carretera estaba cubierta de nieve, y el chofer tuvo que poner cadenas en las llantas pues vimos algunos accidentes. En alguna población pude entender que los policías habían cerrado la carretera debido al peligro que representaba la nieve. Fue entonces que el chofer manejo por pequeñas calles y muy pronto estábamos por caminos alternos que más adelante se comunicaban con la carretera principal.  Con señas acorde con el chofer para comer en algún lugar y paramos en el restaurant de unos simpáticos musulmanes donde nos dieron un caldo o sopa low mein, para después regresar al fuego de su pequeña estufa en el piso.  

Finalmente entramos en el área budista y atravesamos las
fronteras hacia la china tibetana, para llegar a Xiahe,  en la provincia de Ganzu . Esta pequeña población se encuentra ubicada a 3,000 metros sobre el nivel del mar y es el hogar del monasterio Labrang,  el cual es uno de los 6 más  grandes    monasterios de la orden Gelugpa y que fue fundado en el año de 1709 .


Había gran actividad en el pueblo debido a la celebración del Monlam Chenmo y había nevado comparativamente poco en esta área en particular.
El Monlam Chenmo o festival de la oración es una de las festividades mas grandes del Tibet. La celebración ocurre a partir del tercer al décimo séptimo día del mes lunar. Empezando dos días después del Losar que es el primer día del año nuevo Tibetano.
Esta celebración ocurre regularmente durante los finales de Febrero y principios de Marzo y fue prohibida durante la revolución cultural. Hoy se celebra bajo un ambiente de tensión, donde la policía y antimotines contrastan con la resentida paz de los monjes. 

Durante cualquier epoca del año pero principalmente en esta festividad los peregrinos caminan y en ocasiones se arrastran en círculos alrededor del monasterio en la misma dirección que las manecillas del reloj. A esto se le conoce como el kora y este kora consta de 3 km, en el cual giran los molinos de oración, entran en pequeñas capillas, reverencian las estupas y se adentran en otras dos capillas más grandes.



Yo arribe a Xiahe para presenciar y documentar los últimos cuatro días que son los más importantes.                                                                                                                           

Durante el décimo tercer día después de una procesión matutina un grupo de monjes lleva a la cima de una montaña un tanka gigante enrollado, el cual es desplegado sobre la cara de la montaña misma. Monjes y turistas chinos los acompañan también. Todos esperando la procesión al pie de la montaña y cuando esta llega, el lugar se convierte en un caos. Monjes en un estado mental muy lejano al nirvana repelen  a los fotógrafos seguidores empujándolos con mucha agresividad. En mi caso particular, yo entre a la procesión y empujaban con fuerza y en más de dos ocasiones caí sobre la cara de la montaña entre la nieve, pero había viajado desde muy lejos como para dejar que algunos empujones y amenazas me amedrentaran pues a medida que avanzaban la ocasión se extinguía.                                                                                                                              
Una vez que el tanka es desplegado los chinos con su equipo profesional de fotografía capturaban imágenes del evento, mientras los monjes y nómadas se tenían que conformar de hacerlos con sus tablets. No olvidemos que la sociedad China es de alta tecnología que se introdujo hasta los más recónditos monasterios del Tíbet. 




En el catorceavo día hay una serie de danzas frente al monasterio labrang con hombres  enmascarados donde Yanka el señor de la muerte protagoniza el evento. Yo llegue antes del amanecer para tomar un buen ligar y tuve que esperar sentado por horas hasta que empezaran las danzas. Había dos hombres cubiertos por una túnica rayada y una mascara gigantes que representaban un felino, el cual se encargaba de que los presentes permanecieran sentados a base golpes con la mascara gigante. La represión China es parte de la vida cultural hasta en los eventos tradicionales.                                                                                                                                                               

El particular sonido de las trompetas y tamborazos me transportaban a mi tierra, donde en el pasado había escuchado ese sonido por medio de algún video musical y mi mente me transportaba a donde me encontraba ahora. Estaba viviendo mi sueño en ese momento.                                                   
En el quinceavo  día y en el atardecer hay un despliegue de veladoras y oraciones frente al monasterio. Es en realidad una escena muy pacífica y de silencio. Comparada a  la vida misma, donde a veces  se requiere de sufrimiento, para poder valorar un momento de paz,  ya que en este día había que lidiar con la policía antimotines Chinos que no dejaba penetrar el lugar y por medio de las macanas indican otra dirección a seguir,  hasta que finalmente y después de mucho tiempo, sin saber cómo llegas al patio del monasterio.

El décimo sexto día la estatua maitreya es llevada alrededor del monasterio en un desfile de monjes.
En la población misma la vida era mucho más mundana. Creo que escuche en las afueras del hotel la canción ganga style por cuatro días consecutivos sin parar, la cual era bailada por los jóvenes y niños nómadas en las afueras del establecimiento comercial donde la tocaban. Venta de suvenires tibetanos y restaurantes que daban comida caliente como los momos de carne que eran fabulosos.
Creo que durante los cuatros días vi cuatro occidentales entre las multitudes y en los restaurantes los para mi exóticos nómadas tibetanos me fotografiaban con sus celulares como algo exótico.
El último día el bullicio llego a su fin y yo respiraba un triste aire de soledad y nostalgia en el  ambiente, pues las multitudes habían desaparecido evidenciando el fin del monlam chenmo 2014, era hora de regresar a Beijing y de ahí a  a casa. 

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