Mi frustración: Una invitación budista al autoconocimiento
“Los ríos, los picos nevados y los inmensos glaciares se funden con el cielo azul. En esta bella creación no hay soberbia y arrogancia, solo majestuosidad; La abrumadora inmensidad evoca la efímera existencia del ser y lo invita a desintegrarse para formar parte del todo que se desborda de nada. Por un momento me quedo perplejo como si flotara en el espacio tiempo; Las necesidades y los deseos se desvanecen, entonces vislumbro que hay algo más.
De un lugar como este se abstrae en forma natural el budismo y ese algo mas que cautiva en la inmensidad es tal vez el Nirvana”
Desafortunadamente muchos de los festivales o rituales
que toman lugar en diferentes partes del mundo,
hoy en día se han convertido en una atracción turística. En realidad es
difícil encontrar un ritual donde el acceso a los participantes sea fácil o no
se encuentre completamente concurrido por vacacionistas.
En muchas ocasiones estos festivales se pueden apreciar con poca o prácticamente nada de audiencia
cuando existe un conflicto armado, alertas de pandemias o simplemente el lugar
donde un evento particular sucede es muy remoto y de difícil acceso.
En el pequeño Tíbet como es conocida la parte norte de
India en la zona de Ladakh, se celebran muchos festivales budistas durante el
año, pero también es un lugar sumamente turístico. La mayoría de los monasterios que se
encuentran alrededor de Leh son visitados por turistas de todo el mundo
especialmente durante el verano.
Aun así hay lugares en esta área que todavía pueden ser visitados sin encontrarse con tantos viajeros. Uno de ellos es la zona de Sanzkar que cuenta con un pequeño monasterio llamado Sani en las cercanías de una pequeña población llamada Padum. Esta población se encuentra a más de 17 horas en carro del aeropuerto más cercano en la ciudad de Leh y 11 de la pequeña ciudad musulmana de Kargil que cuenta con acceso carretero.
Aun con la desorientación que causa el mal de montaña
pude vislumbrar cual era mi estado, cuando un trabajador del hotel me
dijo: “Estaré al pendiente toda la
noche. Cualquier cosa que necesites házmela saber y llamaremos a un
doctor. No te preocupes vas a estar
bien”.
Aun así hay lugares en esta área que todavía pueden ser visitados sin encontrarse con tantos viajeros. Uno de ellos es la zona de Sanzkar que cuenta con un pequeño monasterio llamado Sani en las cercanías de una pequeña población llamada Padum. Esta población se encuentra a más de 17 horas en carro del aeropuerto más cercano en la ciudad de Leh y 11 de la pequeña ciudad musulmana de Kargil que cuenta con acceso carretero.
El monasterio de Sani está ubicado a una altura de más
de 3,800 metros sobre el nivel del mar en el Himalaya. Se presume que el mismo fue construido
durante la edad del emperador Kanishka que gobernó en el segundo siglo de
nuestra era. Yo me entere de su existencia hace algunos años en una visita que
hice a India en el año del 2012, cuando un fotógrafo originario de Mumbai que
se encontraba en Varanasi, me conto
sobre el monasterio y de la facilidad con que se puede penetrar dentro del mismo, así como a todos los recovecos de la edificación. Me conto también de la cercanía con que uno
puede observar las danzas de los enmascarados durante el festival Sani Nasjal sin
una gran concurrencia. Este evento ocurre durante el final de Julio y principios
agosto de cada año; o entre el día 15 y 20 del sexto mes tibetano.
Pasaron 3 años antes de que pudiera visitar este
remoto lugar, dándome mucho tiempo para
hacer una extensa investigación sobre su
situación geográfica. Las dos opciones más viables para visitar esta área son
por la ciudad de Srinagar o la pequeña población de Leh. Srinagar se encuentra a unos 1,600 metros de
altura y en cuestión de aclimatación es la mejor opción. Aun así decidí llegar a Sanskar por medio de
la población de Leh que se encuentra enclavada dentro del corazón del pequeño
Tíbet a 3,600 metros de altura. Siendo
una persona que vive a nivel del mar, volar directamente a Leh pudiera causarme
un fuerte o grave malestar de montaña, por lo tanto para llegar a este
destino, lo haría por tierra desde la
gran Delhi. De esta forma me daría el tiempo suficiente para aclimatarme
Yo ya había visitado Ladakh en el año del 2006 y en
aquel tiempo recorrí el camino de más de 470 km de Manali a Leh en bicicleta sin soporte alguno.
En aquella ocasión sufrí de un severo mal de montaña que me dejo en un estado
totalmente confuso y calificaría también como grave a una altura de casi 5,000
metros en el paso de Baralacha La
Recuerdo de muy mala manera también que a menos de 3
meses de haber regresado a México, me
robaron la computadora donde estaba todo el material fotográfico de este
hermoso camino, cuando la deje dentro de mi carro. Tres cosas
aprendí de todo esto. La primera
sobre la importancia de contar con un soporte del material fotográfico, la segunda
de no dejar cosas valiosas dentro de los vehículos y la tercera y de vital importancia sobre la aclimatación al pretender subir a grandes alturas.
Para llegar a Leh esta vez recorrería el mismo camino
que hacía 9 años hice desde Manali,
reviviendo momentos de mi pasado y documentando fotográficamente
todo aquello que había visto y perdido en imágenes.
Esta vez y por tener un vehículo con un chofer, decidí
visitar Spitti. Una remota área a la que se llega tomando una desviación de la
maltrecha carretera que comunica Manali con Leh. Dicha desviación toma más de 8 horas pasando por caminos de terracería muy accidentados, pero con hermosos paisajes. Además la desviación se toma antes de entrar en la zona de los grandes
pasos, dándome esto todavía más tiempo para adaptarme a las alturas en forma
paulatina.
Después del primer y no tan alto paso llamado Rothang
Pass (3,900 metros) tomamos dicha desviación para así visitar Spitti por tres días. Ciertamente
el camino para llegar a esta área del Himalaya era espectacular. Profundos
valles y cañones rodeados de picos nevados y glaciares. Desafortunadamente una vez más el mal de
montaña hizo presencia en mí, después
de tomar el paso de Kunzum La de 4,550
metros de altura y del cual no hable con
el chofer debido a su muy limitado inglés y también por una mala investigación
del terreno de mi parte. Al llegar al
hotel de la pequeña población de Kaza que
estaba a casi 4,000 metros de altura pase una noche terrible entre un
agudo dolor de cabeza y vómitos.
Después de varias horas de mal dormir y medio
descansar, desperté antes del amanecer
sintiéndome mucho mejor. El vómito se
había acabado y solo tenía un poco de malestar en mi cabeza. Salí a caminar con
lentos y cuidadosos pasos por la pequeña población para ver la primera luz del
alba sobre las montañas, pero en forma inusual en esta parte del año estaba nublado
y lloviendo en pequeñas y cortas tormentas en diferentes puntos. Para el alba el cielo se empezaba a despejar
poco a poco, revelando a los picos en las alturas con nieve fresca y pequeños
rayos de luz que salían de entre las nubes adornaban con sus retazos de brillo
las hermosas vistas. Salí entonces a muy
tempranas horas con el chofer para visitar el hermoso monasterio de Ki el cual
fue fundado hace 1,000 años
aproximadamente y que descansa
espectacularmente en la parte alta de
una relativamente pequeña meseta
en uno de las caras del
valle. Llegamos justo cuando los monjes
empezaban a orar con sus canticos dando un aire de majestuosidad y misticismo
al ya de por si enigmático ambiente.
Ya en primera fila podía ver cuando salían por mi
costado izquierdo los danzantes
hermosamente ataviados para ponerse a
bailar justo en frente de mí,
moviéndose con harmónicos
ritmos al sonido de los tambores, las trompetas tibetanas y los platinos.
Pase un rato en la puerta del monasterio viendo las oraciones
mientras un monje les servía te chai con sal al resto de los monjes. Después de las oraciones el chofer y yo
salimos hacia el monasterio kibber que
se encuentra camino arriba a unos 4,200
o 300 metros de altura. El monasterio kibber se encuentra en medio de una
pequeña aldea sin el mismo aire místico de Ki, pero igualmente bello y diferente por ese tono rural con que la
vida se desenvolvía entre las pequeñas casas construidas de piedra.
Los monjes cocinaban queso con leche de Yak y azúcar, mientras
otros amigablemente me dejaron visitar diferentes áreas del monasterio, enseñándome
los utensilios religiosos que utilizan para sus ceremonias, los cuales
siempre se encontraban en algún rincón sin que se les prestara mayor
importancia o reverencia en un ambiente muy relajado.
Al regresar por la tarde al hotel decidí quedarme un día
más para visitar el monasterio de Dhankar que se encuentra a dos horas
en carro desde Kaza y el cual según me
decían estaba construido en forma espectacular a las orillas de un
acantilado. Desgraciadamente la lluvia
de la madrugada anterior había destruido el camino que llevaba a este
monasterio, y el tiempo que tomaría repararlo era de pronóstico reservado. Dada las circunstancias
el chofer y yo partimos a tempranas horas de la mañana para retomar la ruta hacia
Leh pasando una noche en Keylong.
Horas antes de entrar en el camino principal entre
Manali y Leh, quedamos atrapados debido a las reparaciones del camino que nos
había llevado a Kaza, pues el agua que corría desde las montañas hacia el rio había destrozado
esta parte de la ruta por las intensas lluvias que habían ocurrido mientras yo batallaba con el mal de montaña.
Entre las varias personas que viajaban
en dirección opuesta a la nuestra
y que se encontraban dispersos entre los diferentes medios de
transporte, corría el rumor de que el
camino de Manali a Leh también se encontraba destrozado y que podía quedar
listo mañana, pasado o tal vez en semanas.
Por un momento sentí una gran frustración pues me di cuenta que era
posible que no llegara a tiempo a Sanskar
para el festival Sani Nasjal.
Haciendo una pausa a la frustración me di cuenta que el
objetivo más importante en el momento
era salir de ahí y llegar a Keylong, por
lo tanto debía tener paciencia.
Finalmente y después de algunas horas pudimos seguir con nuestro
camino para pasar la noche en la
población planeada en el itinerario.
Durante la cena uno de los trabajadores del hotel me confirmo que el
camino hacia Leh se encontraba seriamente dañado debido que un puente se había
derrumbado por una tormenta muy fuerte que había ocurrido tan solo hacía
dos días. Aparentemente las lluvias que
destrozaron el camino hacia el monasterio, el camino a Keylong y ahora a Leh,
había sido una gran sistema de nubes que se descargaron en un extenso terreno montañoso causando
grandes daños.
Entre los choferes que iban y venían, uno me informo que
el camino de Leh hacia Padum se encontraba dañado en varios puntos y que unas
personas se habían quedado atrapadas en Sanskar por más de una semana. En esta ocasión la frustración se apodero de
mí en sobremanera y hasta pensé en regresar a Manali para de ahí organizar mi
retorno a México.
A la mañana siguiente decidí que lo mejor era esperar y
una vez más usar la paciencia que me
inspiraba el relajado ambiente del pueblo. Así pase dos días en espera hasta que las buenas noticias llegaron. Una vez retomado el camino el sol brillo
nuevamente y los espectaculares paisajes que había visto años antes parecían inertes en el tiempo. A diferencia de la última vez, había menos
dhabas en la ruta. Las cuales son
tiendas donde se vende comida y proporciona hospedaje siendo regularmente los
Ladhakis quienes ofrecen este tipo de servicio. También se veían menos nómadas a quienes había visto en pequeños grupos por algunos de
los valles en el 2006.
Finalmente llegue a Leh y ahí me despedí de mi chofer, debido a las regulaciones del
gobierno en cuanto a sindicatos de transporte y lugares donde estos pueden
operar etc. Una vez logrado esta primera meta me sentí revigorizado y empecé a
investigar cual era la situación del camino a Sanzkar. Con un gran respiro de alivio para mi estado
de ánimo, los rumores habían sido
ciertos. El camino estuvo obstaculizado
por las lluvias y derrumbes de las inusuales tempestades que habían estado
azotando a las montañas, pero en ese momento era transitable nuevamente.
Pase tres días completos en Leh visitando los turísticos
pero hermosos monasterios que rodean al pueblo. Trataba de llegar a tempranas
horas de la mañana para ver las oraciones matutinas pero era imposible no
toparse con grupos de turistas como en el monasterio Thiksey. Aun siendo esta área tan visitada por Hindúes
y extranjeros de todo el mundo, tuve la
suerte de ver a unos monjes rezando en el monasterio Hemis en un ambiente de
paz y sin visitantes.
Definitivamente la belleza de Leh es un tónico para el
alma y las comodidades vitamínicas para
la recuperación del cuerpo; Pues es
como un pequeño oasis en medio de los
Himalaya con hermosas vistas de las montañas y monasterios, donde
también hay hoteles, restaurants
con comida occidental, cafés, gente, mercados y para quienes les interesan
tiendas de todo tipo de suvenires que son administradas por lo general por los
musulmanes cachemiros.
En cuanto al viaje mismo, esta tercera etapa me tomaría
6 días hasta mi retorno a Leh. Dos días
para llegar, pasando una noche por la
ciudad musulmana de Kargil y después tomar un camino rural que me llevaría a
Padum. Dos días de festival y dos días para retomar el mismo camino que me
llevaría de regreso. Debido a las inusuales lluvias que ocurrían en esta parte
del año me encontraba nervioso pues podría no llegar al festival o quedarme
atrapado en el camino por varios días y así perder mi vuelo a Delhi y de ahí
mis conexiones que me traerían a México.
En cuanto al viaje mismo, esta tercera etapa me tomaría
6 días hasta mi retorno a Leh. Dos días
para llegar, pasando una noche por la
ciudad musulmana de Kargil y después tomar un camino rural que me llevaría a
Padum. Dos días de festival y dos días para retomar el mismo camino que me
llevaría de regreso. Debido a las inusuales lluvias que ocurrían en esta parte
del año me encontraba nervioso pues podría no llegar al festival o quedarme
atrapado en el camino por varios días y así perder mi vuelo a Delhi y de ahí
mis conexiones que me traerían a México.
Después de esos dos largos y también increíblemente
espectaculares días llegamos a Padum. El paisaje entre Leh y Kargil era
predominantemente pedregoso con caudalosos ríos que corrían en algún costado
del camino. Las poblaciones eran budistas
y había pequeños molinos de oración en
nichos de diferentes tamaños al pie de alguna edificación o entrada de
un monasterio. Poco a poco las poblaciones se empezaron a tornar al Islam donde se veían algunas hermosas y en
ocasiones no tan hermosas Mezquitas donde hombres vestidos de blanco con la
taqiya en la cabeza caminaban de aquí
para allá haciendo su vida diaria.
Al llegar a la ciudad de Kargil había un fuerte
resguardo militar debido a la cercanía con la muy tensa frontera con
Pakistán. De hecho entre toda esa
historia de adversidad política que han tenido estas dos naciones desde sus respectivas creaciones como países independientes en
1947, hubo una infiltración por parte
del ejército pakistaní en el año de 1999 la cual fue repelida por el ejército
de la India en un conflicto que duro desde Mayo 3 a Julio 26 del mismo año.
Al otro día partimos de
la no muy hermosa ciudad de Kargil
adentrándonos por caminos de tierra
en un paisaje igualmente pedregoso pero con una delgada capa pasto verde
que cubría los valles y las montañas,
las cuales cambiaban al blanco cuando la hierba se encontraba con un glaciar. Las vistas una vez más eran espectaculares y
los largos caminos se acortaban en tiempo por esa abrumadora belleza que me mantenía ocupado. Las distantes mezquitas fueron desapareciendo
poco a poco del escenario para entrar nuevamente en dominios budistas.
Monasterios y molinos de oración dominaban los primeros planos. Nómadas iban y
venían con cargas de estiércol que utilizan como combustible para cocinar y
calentarse. Otros se encontraban asentados en campo abierto según Mehmet por
el verano, donde sus animales pastaban mientras ellos
hacían quesos. Entre inmensos paisajes
que dan la sensación de sentirse suspendido en el espacio tiempo como tal vez
sea el nirvana, avanzamos poco a poco
hasta llegar finalmente a Padum.
Después de dos semanas que me tomo el proceso de
aclimatación y traslado, donde en más de
dos ocasiones veía como se desvanecía frente a mis ojos la meta de llegar a
Padum para asistir al festival Sani
Nasjal, ahora me encontraba finalmente en este
paraíso budista donde la cruz de los valores cristianos con que fui
educado no parecieran tener un lugar o pertenencia en este mundo tan
diferente. El budismo y la lejanía se
respiraban en todo momento y lugar. Estaba finalmente ahí, en ese lugar que
solo me podía imaginar cuando estaba en México.
Como si este sistema montañoso y su gente fuera solo un capricho de mi
imaginación donde las circunstancias climáticas querían que así
permaneciera; Como una ilusión de mi
mente.
Era hora de enfocarse y disfrutar este festival budista
para el que había viajado. El Sani
Nasjal se realiza durante la floración de la flor Guro Neropa y de hecho la
estatua Neropa sale del monasterio en las vísperas del festival, donde los lamas
realizan las danzas de los enmascarados como una ofrenda.
El primer día del festival se dan lugar tan solo algunas
oraciones y no muy espectaculares danzas. De hecho no hay mucha concurrencia en
el patio frente al monasterio donde toman lugar las mismas. De cualquier manera me traslade desde Padum a
la todavía más pequeña aldea de Sani donde se encuentra el monasterio desde las
7 de la mañana.
Los monjes se encontraban sentados desayunando en el
césped del patio justo a un costado del monasterio. Me presente con ellos y tuvimos algunas
cortas y muy limitadas conversaciones debido a
que yo solo hablo inglés o español y ellos muy poco inglés. De cualquier
forma fueron muy amigables ofreciéndome te chai y pan con queso de leche de
Yak.
Entre con ellos a la sala de oración mientras los monjes
hacían lo suyo y yo era el único
visitante. Después pase a la cocina para almorzar algo con algunos lamas y me
quede hasta el atardecer para ver algunas insípidas danzas.
Al otro día me levante muy temprano para tomar un buen
sitio durante el festival, pues sabía que esta vez sería diferente al aire
casual del día anterior. De hecho muchos nómadas y aldeanos llegaban al
monasterio desde muy temprano. Más tarde
llegaron algunos pocos fotógrafos y turistas occidentales que entraban a la
sala de oración junto con los peregrinos que rodeaban la parte interior del
monasterio mientras oraban y reverenciaban las imágenes y estatuas.
Poco a poco el patio se fue llenando y sin darme cuenta
quede fuera de la primera línea para poder ver a los danzantes que ya empezaban
a salir. Debido a que había pasado
muchas horas en el monasterio el día anterior, lo conocía bastante bien como
para quedarme fuera de las danzas y es por eso que salí de en medio de la
pequeña pero compacta multitud y tome una diminuta puerta en la parte trasera del monasterio que me comunicaría por un
largo y delgado pasillo hasta llegar a la puerta principal desde donde
salían los danzantes al patio.
Me había tomado más de dos semanas desde Delhi para
llegar a este lugar y atestiguar esas
danzas budistas que tan solo
durarían un par de mágicas horas.
Al siguiente día partimos a las cuatro de la mañana para retornar a Kargil y de ahí a Leh.
Afortunadamente el clima fue favorable y sin contratiempos hasta la
destinación, donde por la noche cayo otra tormenta que me dejo finalmente
atrapado por dos días debido a que la pista de aterrizaje del pequeño
aeropuerto se encontraba totalmente inundada.
Durante la ligera pero constante lluvia que cayó durante
la madrugada me di cuenta que algo ocurría, pues empecé a ver como muchas luces
se prendían a la distancia y algunos vehículos subían a tierras altas, donde se
encontraba mi hotel. El sonido del rio
que se escucha siempre desde cualquier punto del pueblo se hizo más fuerte y
empezó a ser evidente que estaba moviendo grandes rocas dentro de su caudal.
Salí entre la no muy fuerte lluvia al patio del hotel y fue entonces que me
dijo uno de los trabajadores que en el 2010 en una lluvia similar hubo unas
inundaciones que mataron a cientos de personas.
Entre las idas y vueltas que hice al pequeño aeropuerto
para saber cuál era la situación de la pista conocí algunas personas que se
encontraban en las mismas circunstancias y
que estuvieron caminando por las montañas en expediciones organizadas,
quienes me dijeron que algunas pequeñas
aldeas que encontraron durante su regreso en las caminatas, habían sido
arrasadas por las inundaciones y aludes. Quedando claro que el cambio climático
afecta hasta los más remotos lugares del mundo.
Una vez que llegue a Delhi había perdido mi boleto de
regreso México, pero por el deseo ya imperante de ver a mi familia compre un
otro en forma inmediata y empecé con mi ya no tan aventurado, pero sí muy
cansado regreso a casa.
Ahora que veo este viaje en retrospectiva hubo ciertas
enseñanzas o una invitación. ¿Qué era lo
que realmente motivaba mi frustración? ¿Era todo una invitación al
autoconocimiento?
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