El calor y la humedad me
hacen sentir atrapado en medio de un aire denso; Las gotas de sudor que corren
por mi rostro mojan mis labios sintiendo un sabor salitroso.
Apenas y cruzo el umbral de
los portones entrando al hermoso recinto, las bellas y harmónicas melodías que
emanan del palacio, se sienten como una brisa refrescante para el alma. El
magnánimo templo pareciera flotar en
medio de una laguna, donde su reflejo da la impresión de desvanecerse en el
espacio tiempo. Como si fuera una seductora ilusión producida por el subyugante
calor.
Estuve en India
por primera vez en el año del 2006 y en esa ocasión viaje por el subcontinente
asiático por dos meses entre el norte de India y Nepal. Era prácticamente el final de mi peregrinaje
por este exótico y único lugar cuando decidí tomar el tren desde la ciudad de
Delhi rumbo a Amristar en el estado de Punjab con el único objetivo de conocer el templo dorado o Harmandir Sahib como se le conoce en la India.
Harmandir Sahi es el lugar o templo más sagrado de la religión Sij, la cual fue fundada por el Gurú Nanak, en su intento de unir a los hombres quienes eran separado por las conyunturas de la religión musulmana e hinduista principalmente. Cuando menos en esa parte del mundo.
Gurú Nanak hizo un viaje por el Tibet, Sri Lanka, Bengala, La Meca y Bagdad en el siglo XV de nuestra era y fue en este viaje que se le conoce como udasis que predico sobre su nueva religión y la existencia de un solo dios acumulando miles de seguidores.
Las enseñanzas del Sijismo se basan en las doctrinas de los 10 gurús, siendo Gurú Nanak el primero de ellos. Estas enseñanzas difunden como forma principal este valores:
Ver a Dios en cada uno; entender y practicar la igualdad entre todas las razas independientemente de la casta, la religión, el color de piel, el estatus, la edad, el género, etc.
Recordar a Dios todo el tiempo, siempre prácticar el simran (remembranza de Dios), ser primordial, virtuoso, misericordioso, generoso, valiente y creador de todo, estar siempre al tanto de su persona y actuar en consecuencia.
Valorar y respetar los ideales positivos, como la verdad, la compasión, la alegria, la humildad, el amor, etc
La suspresión de los males internos como la lujuria, la ira, la codicia, el apego material, el egoismo, etc
El varón debe de llevar una vida productiva, honesta y pacifica como cabeza de familia;
trabajar diligentemente mientras mantiene la imagen de Dios dentro de si.
Practicar o participar en el servicio desinteresado (sewa), ayudar a construir una vida comunitaria de amor y contribuir con la sociedad siempre que sea posible.
Estar preparado para proteger y representar los derechos de los débiles para luchar por la justicia y la equidad para todos.
Estar preparado para proteger y representar los derechos de los débiles para luchar por la justicia y la equidad para todos.
Aceptar siempre la voluntad de Dios.
El palacio dorado fue construido por el Gurú Arjan Dev en el año de 1588 finalizando el mismo en 1604. Cuenta con cuatro entradas que representan los cuatro puntos cardinales como simbolismo de la apertura de esta religión a todos los hombres y mujeres de cualquier lugar, creencia o religión.
Aunque para entrar a este templo solo puede hacerse cruzando un puente que atraviesa un lago artificial que es conocido como la piscina del néctar.
Yo visite este sitio durante el caluroso mes de Septiembre y la piscina del néctar no podía ser mas apetecible para mí. Aun así y con toda la apertura de esta religión, decidí guardar las formas.
Uno de los requisitos para visitar este inmaculado lugar es la de llevar la cabeza cubierta y no entrar con zapatos. Es por eso que cuando llegue a las afueras del templo y antes de entrar al hermoso recinto, los guardias del lugar me apuntaron hacia una cesta donde se encontraban muchos turbantes utilizados por diferentes peregrino, de donde tome uno. Recuerdo muy bien que el turbante estaba empapado con el sudor de alguien más, mezclándose con el mío, pues la humedad y el calor de la ciudad me tenían bañado en mí propia transpiración. Justo en la entrada había una pequeña pila hecha de mármol blanco con agua de tan solo unos 3 cm de profundidad en la cual debían entrar los pies de los peregrinos y que era reemplazada cada tantos minutos.
Desafortunadamente cuando yo entre, el agua estaba a punto de ser reemplazada y por lo tanto ya se encontraba totalmente sucia. Al mismo tiempo los chorros de sudor que salían de mi frente, cubierta con el ya usado y mugriento turbante que llevaba puesto, corrían por mi cara llegando hasta mis labios, saboreando el salado sabor de las transpiraciones ya mezcladas. Para ese momento tenía ya una sensación nauseabunda; La cual desapareció en forma inmediata al respirar la paz y la tranquilidad que irradiaba en el interior del recinto, que se entremezclaba con la bella y melódica música que salía desde el interior del templo dorado. El cual parecía flotar en la piscina del néctar donde algunos peregrinos se bañaban, entre el reflejo del Harmandir Sahib.
Recuerdo que entre los peregrinos que estaban dentro del agua, había un niño que llevaba su daga en el turbante. Cabe mencionar que la daga es uno de los cinco artículos de la fe Sij debe de llevar consigo. Es decir Ke (pelo sin cortar nunca), Kangha (peine de madera), Kara (brazalete de acero), Kirpan (espada que ahora se ha transformado en una daga y la cual debe de ser usada para defensa propia o de un tercero) y Kachhehra (pantalones bombachos de algodón).
Después de una corta caminata sobre los pasillos perimetrales que rodeaban la piscina, finalmente cruce el muy transitado puente que llevaba hacía el templo del cual emanaban dulces y algo así como enigmáticas melodías que calmaban el ansia que pudiera llevar cualquiera consigo. Al entrar fingí que apagaba mi cámara pues dentro de las simples reglas de respeto que se exigen al visitar el sagrado lugar, está la de no tomar fotografías.
Aun así y siendo tremendamente irrespetuoso, nunca apague mi cámara, la cual llevaba colgada en mi cuello con el lente apuntando hacia enfrente. Así dentro de una de las bolsas de mi pantalón llevaba un disparador que se conectaba por medio de un cable que estaba bajo mi ropa con la camará. De esta forma viole las reglas de respeto para tomar fotografías. Honestamente no me sentía precisamente orgulloso de ello. Lo único que podía pensar (y sigo pensando) al respecto es que el hecho de tomar fotografías de nosotros los seres humanos en actos religiosos y de fe es algo verdaderamente digno de ser documentado fotográficamente.
Recuerdo también que al salir del lugar y ya alistando mis cosas dentro del hotel, para tomar el tren nocturno hacia Delhi, me era imposible no pensar que en tan bello y pacifico lugar haya ocurrido un hecho tan fatídico como el que sucedió en 1984. Conocida como la operación Blue Star que se puede resumir básicamente en una matanza infringida por parte del gobierno de Indira Gandhi que intentaba sofocar un movimiento independentista por parte de los Sijs, pues el líder de dicho movimiento independentista por parte de los sijs, pues el líder de dicho movimiento Jarnail Singh Bhindranwale y sus seguidores se escondieron dentro del palacio dorado durante aquellos tiempos. Entre los días 3 y 6 de Junio de ese año, el ejército asalto el recinto para sacar a los revoltosos de su sagrada guarida, acabando esto con un saldo rojo de más de 500 muertos entre independentistas, soldados y peregrinos.
Los Sijs tomaron esto como una verdadera profanación a su inmaculado templo por parte del gobierno, acto que debería de ser saldado con sangre y que termino siendo la sangre de la misma primera ministra Indira Gandhi la que ajustaría cuentas, ya que al final fue asesinada por su propia guarda personal quienes practicaban la religión Sij.
Cuando pienso en la belleza de los seres humanos haciendo rituales de fe o cometiendo actos innombrables de violencia o brutalidad en nombre de la fé, no se qué pensar. Una de esas tantas dualidades de nosotros como especie.
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