Uno de los doctores cerró la puerta para poder examinar a los pacientes, sin ser molestados por las multitudes que esperaban su turno para ser atendidos en la improvisada clínica. Fue entonces cuando vi mi reflejo desparpajado con una máscara de oxígeno en el rostro, la cual se proyectaba en el espejo pegado en la parte trasera de la puerta.
Hacía tan solo una semana me encontraba nadando en las
hermosas playas de La Paz (de donde soy originario) y ahora me encontraba solo
y con un terrible mal de montaña en los andes peruanos a casi 5000 metros de
altura. Fue hasta ese momento que me di
cuenta de donde y como me encontraba.
Unos cuantos años atrás había visto un reportaje sobre el qoyllur
riti y lo puse entre la lista de mis sueños a cumplir y ahora estaba en
proceso de ser cumplido.
El qoyllur ritti es una festividad religiosa de origen
indígena y que tiene que ver con un ritual de la fertilidad de la tierra y
adoración a las montañas que se celebra
anualmente en el monte Ausangate de los andes peruanos y atrae a miles de
peregrinos, muchos de los cuales van en grupos que visten una colorida
indumentaria particular, haciéndose llamar naciones. Dichas naciones son grupos indígenas de
diferentes pueblos y delegaciones.
El ritual se realiza entre los meses de Mayo y Junio. Debido a que
el Perú fue convertido al catolicismo por los Españoles durante la conquista, hoy en día el qoyllur ritti coincide con tan
solo días de antelación a las fechas del
corpus christi; Y aunque la celebración es de origen indígena y de hecho la
mayor celebración indígena de américa latina, contiene muchos tintes de
cristianismo al adorar la imagen de cristo en una
festividad de gran sincretismo.
De hecho es probable que la iglesia católica le haya dado un
origen cristiano a este ritual, pues la creencia generalmente aceptada por los
peruanos, dice que Jesús, disfrazado de
niño pastor se le apareció a Mariano, un niño indígena haciéndose amigos rápidamente. El párroco del
lugar Pedro Landa encontró a los niños ataviados en hermosos colores y entonces trato de atrapar al niño Jesús sin éxito
alguno, ya que este se desvaneció. En el
lugar del hecho apareció una piedra con la imagen del sr del qoyllur ritti la
cual todavía se encuentra en el lugar, pero el niño Marianito murió en el lugar
mismo súbitamente.
Otros se quedan durante los tres días que dura el evento,
durante el cual hay danzas incesantes en
el valle, entre las miles de tiendas y frente a la iglesia. El bullicio generado por decenas de miles de
personas no para durante día y noche, al
igual que los cuetes que lanzan al aire.
Durante todo el ascenso y en el valle mismo hay negocios que
venden comida, otros ofrecen servicios de letrina, etc, etc.
Año con año el número de visitantes aumenta
considerablemente. De hecho cuando yo asistí coincidí con otras 30,000 personas
aproximadamente. Inevitablemente muchos
de los que vivimos al nivel del mar o inclusive en tierras bajas como en el
amazonas, nos dimos cita también en la improvisada clínica para atender nuestro
mal de altura, ya que evidentemente nos encontrábamos fuera de nuestro
ambiente.
La parte central de la festividad es cuando grupos de
danzantes parten a la media noche escalando los congelados montes del Colquepunku a más de 6000 metros de altura en una gran peregrinación. Trayendo bloques de hielo al siguiente día como una especie de plegaria de protección.
Recuerdo que cuando viaje a Perú para asistir al colorido ritual del qoyllur riti, llegue 4 días antes a Cusco con el objeto de aclimatarme a 3,500 metros de altura primeramente.
Fueron extraños días, ya que durante el proceso de aclimatazión estuve lidiando con el mal de montaña y sus malestares, pero al mismo tiempo disfrutaba de la belleza de la ciudad, el valle sagrado y las ruinas ubicadas alrededor de la capital Inca, las cuales se encuentran a 4,000 metros de altura. Cosa que me servía para acelerar dicho proceso.
Durante mi estancia en Cusco, busque un guía para que me acompañara y me ayudara en caso de que tuviera algún problema en los altos valles del Ausangate.
Al quinto día de mi llegada a Perú, partí con Adrián (mi guía local) hacia las faldas del monte Ausangate para empezar con nuestra peregrinación. Había gran actividad de autobuses y pequeñas tiendas de lona que vendían alimentos y bebidas. Gente iba y venía por el camino formando una serpenteante hilera que se perdía a la vista. El destino era el santuario de Sankara donde se reunían los danzantes y los peregrinos en un gigantesco campamento.
Al quinto día de mi llegada a Perú, partí con Adrián (mi guía local) hacia las faldas del monte Ausangate para empezar con nuestra peregrinación. Había gran actividad de autobuses y pequeñas tiendas de lona que vendían alimentos y bebidas. Gente iba y venía por el camino formando una serpenteante hilera que se perdía a la vista. El destino era el santuario de Sankara donde se reunían los danzantes y los peregrinos en un gigantesco campamento.
Caminamos entre las hordas gente por alrededor de 5 horas. Los
montes nevados, la religiosidad y la alegría de las personas hicieron este
ascenso muy especial. Era un experiencia real con tanto solo algunos turistas.
La inmensa mayoría eran peruanos. Muchos se detenían en los altares que se
encontraban en el camino, otros comían, descansaban,
vendían cosas o preparaban sus mulas en los bordes del serpenteante camino. Se veían quechuas con sus familias y
vestidos tradicionales que se unión al camino principal por diferentes veredas
tributarias que venían de entre las montañas. En realidad
estaba sorprendido por la belleza de la festividad. Además me daba cuenta que el proceso de aclimatación había
funcionado muy bien. Tan solo a 2 km antes de llegar al campamento empecé a
tener problemas de desorientación, dolor de cabeza y malestares. Arme mi tienda
entre otras miles de tiendas y trate descansar por algunas horas entre el
estridente bullicio y mis ya tremendos malestares,
Al anochecer Adrián y yo fuimos a cenar en alguna de las tiendas de lona o comedores y decidí, solo tomar un caldo de gallina para no darle mucho trabajo a mi cuerpo con la digestión. Inmediatamente los síntomas del mal de montaña desaparecieron y fuimos frente a la iglesia a ver las danzas y caminando entre altares indígenas en una gran fiesta. Al otro día
por la mañana. Después de acampar entre helidas temperaturas, Salí de mi tienda
al amanecer. Los cuetes, las danzas y el bullicio no había parado durante toda la noche y de hecho el espacio se había
reducido pues más peregrinos llegaron durante la noche. De hecho al abrir el
cierre de mi tienda me encontré con otra casi incrustada en la mía. Al salir estuvimos observando los alrededores del
impresionantemente gran campamento y también las danzas. Decidimos entonces entrar
a la iglesia para conocerla y una vez dentro de ella, nos percatamos que habían
cerrados las puertas súbitamente y una misa empezó.
Nos quedamos durante toda la misa como parte de la experiencia. Desafortunadamente cuando salí, los malestares del mal de montaña habían vuelto, ya que éramos muchos en un espacio muy cerrado a gran altitud, de tal manera que el aire estaba muy delgado. Esta vez los síntomas empeoraban a medida que pasaba el tiempo y fue cuando termine en una clínica hecha de madera ensamblada rápidamente por lo que se podía ver. La gran mayoría de los pacientes eran tratados de mal de montaña y la mayoría también veníamos de tierras bajas.
Después de ser tratado con un tanque de oxigeno y una inyección para relajarme. Fuí a dormir unas cuantas horas en mi tienda y al despertar me encontraba como nuevo.
Fue en verdad una gran experiencia el haber asistido al qoyllur riti. Me dio la sensación de haber vivido una experiencia real y no un evento creado para la atracción de los turistas.
Al descender al tercer día muy temprano y después del desayuno. Las vistas de las montañas eran hermosas. Cuando llegue a Cusco me pareció entonces encontrarme al nivel del mar y fui a cenar un delicioso ceviche peruano con un gran sentimiento de logro. Al otro día llegaba mi esposa y con ella vimos como sacaban de la iglesia a todas las estatuas o figuras de santos cargados en hombros por los monjes. Los paseaban alrededor de la plaza, tal como lo hacían los Inca con las momias de sus antiguos emperadores, pero ahora con el corpus christi esas momias eran sustituidas por las imágenes de los santos.
Pasamos todavía quinces días mas en Perú visitando los atractivos turísticos que valen la pena tanto como el qoyllur riti si lo apreció desde otra perspectiva.
Nos quedamos durante toda la misa como parte de la experiencia. Desafortunadamente cuando salí, los malestares del mal de montaña habían vuelto, ya que éramos muchos en un espacio muy cerrado a gran altitud, de tal manera que el aire estaba muy delgado. Esta vez los síntomas empeoraban a medida que pasaba el tiempo y fue cuando termine en una clínica hecha de madera ensamblada rápidamente por lo que se podía ver. La gran mayoría de los pacientes eran tratados de mal de montaña y la mayoría también veníamos de tierras bajas.
Después de ser tratado con un tanque de oxigeno y una inyección para relajarme. Fuí a dormir unas cuantas horas en mi tienda y al despertar me encontraba como nuevo.
Fue en verdad una gran experiencia el haber asistido al qoyllur riti. Me dio la sensación de haber vivido una experiencia real y no un evento creado para la atracción de los turistas.
Al descender al tercer día muy temprano y después del desayuno. Las vistas de las montañas eran hermosas. Cuando llegue a Cusco me pareció entonces encontrarme al nivel del mar y fui a cenar un delicioso ceviche peruano con un gran sentimiento de logro. Al otro día llegaba mi esposa y con ella vimos como sacaban de la iglesia a todas las estatuas o figuras de santos cargados en hombros por los monjes. Los paseaban alrededor de la plaza, tal como lo hacían los Inca con las momias de sus antiguos emperadores, pero ahora con el corpus christi esas momias eran sustituidas por las imágenes de los santos.
Pasamos todavía quinces días mas en Perú visitando los atractivos turísticos que valen la pena tanto como el qoyllur riti si lo apreció desde otra perspectiva.
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