Así de simple puedo explicar en que consiste esta festividad
religiosa, pero la historia de como fui atraído a esta festividad en la cual
viajamos mi esposa e hija es mucho mas compleja.
Hace ya muchos años había visto en diferentes revistas y
documentales imágenes del timkat. Solo puedo recordar las sombrillas y túnicas
finamente decoradas que vestían a los monjes africanos en aquellas
imagenes. Ni siquiera puedo decir que
empataba esas imágenes con Africa, pues el verdaderamente viejo continente lo
tenía estereotipado con animales exóticos y tribus semidesnudas.
Aun así y sin saber como describirlo algunos pensamientos
sobre Etiopia iban y venían a mi cabeza como un posible destino para el
futuro. No fue hasta que en una librería
fui atraído por un libro sobre la historia de este país. Al comprarlo y después
leerlo entonces se revelo ante mí algo compárable a cuentos o leyendas que todos hemos escuchado más de una vez, en las cuales
se hablan sobre tierras lejanas,
dragones, reyes, príncipes, caballeros, castillos y fortalezas
escondidas.
Etiopía
es un lugar único y totalmente diferente a los demás países de África.
Primordialmente porque es la única
nación del continente que jamás fue colonizada por ninguna potencia
europea y por su peculiar historia, la cual incluye un imperio del mundo antiguo.
Además de que sus creencias han prevalecido a través del tiempo aun cuando a
corta distancia se encuentra Arabia Saudita y La Meca. Cuna de Mahoma quien
logro sembrar los principios del Coran por
muchos lugares de Africa, todo medio Oriente y partes de Asia incluyendo
a China, pero realmente poco pudo penetrar el Islam a Etiopia que defendió sus
creencias siendo prácticamente vecinos de la religión.
La
historia del norte pareciera un pergamino perdido en algún monasterio, que espera ser encontrado para narrar con sus
singulares vestigios, fantásticos mitos
y leyendas, una historia inverosímil
sobre un imperio perdido.
Todo
empieza con el imperio Aksumita, que
alcanzó su esplendor entre los años 200 a C. y 400 de nuestra era. Fue
uno de los imperios más grandes del mundo antiguo y abarcó el norte de la hoy Etiopía, toda
Eritrea, gran parte de la frontera con Sudán y el sur de la península arábiga
hasta Yemen. La capital del imperio se encontraba en la hoy también ciudad de
Aksum, cercana a frontera de Eritrea en el norte de Etiopía.
Poco
se sabe de este imperio antiguo en realidad, pero se cuenta que durante los
viejos días previos a la fundación del imperio, un día invadió la ciudad una gigantesca serpiente
llamada Wainaba, la cual sembró el terror entre sus habitantes
apoderándose del trono por 400 años. Siendo Wainaba una fiera temperamental y
peligrosa, la única forma de aplacarla era alimentándola con leche y mujeres virtuosas aun no tocadas por hombre alguno. Finalmente la salvación llegó
personalizada en un hombre llamado Angabo, que llegó desde las costas del Mar
Rojo. Angabo propuso al pueblo matar a
la bestia y acabar con el sufrimiento, a
cambio del trono del imperio. El pueblo aceptó de forma de inmediata y entonces este enfrento
a la criatura no como un guerrero, sino como un astuto adversario que le
dio a beber a la serpiente leche de cabra envenenada, acabando así con la
despiadada y gigantesca serpiente.
El
pueblo de Aksum cumplió su promesa y Angabo
vivió el resto de sus días como el gran monarca del pueblo; Echó raíces
dejando una huella de su misma sangre:
Makeda, su hija, quien con el tiempo se conocería como la reina de Saba.
Saba
durante sus días como reina, viajó a Jerusalén atravesando el Mar Rojo y la
península arábiga, hasta Jerusalen, para conocer y honrar al gran rey Salomón, de quién había escuchado
sobre su gran sabiduría.
Salomón
no solo era un hombre de gran sabiduría, sino que al parecer también de grandes encantos, ya que al retornar a Aksum, Saba se dio cuenta de
que estaba embarazada de él dando a luz un hijo que llamaría Menilek. Al pasar el tiempo y cuando Menilek
era ya un monarca, él viajó también a Jerusalén, con el objetivo de conocer a
su padre. Salomón aceptó gustosamente a este hijo y como
manera de honrar el vinculo de sangre que existía entre ellos, entregó para su
cuidado el Arca de la Alianza, la que fue trasportada a la hoy Etiopía y
supuestamente aun resguardada en una de las iglesias de Santa María de Sión en Aksum.
Cabe
mencionar que el arca de la alianza supuestamente resguarda en su interior los 10 mandamientos
revelados en piedra por Dios a Moises en
el monte sinai. El arca de la alianza
simbolisa el vinculo creado tambien entre Dios y su pueblo, y fue fabricada
según las instrucciones que Dios dio a Moises.
Es
así como se introdujo el Judaismo al
imperio. Según el historiador eclesiástico bizantino Rufino afirma que la llegada del cristianismo
ocurrió de manera accidental desde las costas del Mar Rojo, gracias a un mercader sirio que regresaba a
casa con dos estudiantes cristianos, después de un largo viaje por la India.
Teniendo que parar forzosamente en África para reabastecerse de agua, este
hombre y sus estudiantes ejercieron una gran influencia con sus nuevas creencias
religiosas en estas lejanas tierras, llegando inclusive a codearse con los
monarcas, a tal punto que los indujeron
a adoptar este credo religioso.
Esto
fue parte de lo que transformo ese libro en una invitación irresistible para viajar a esta
lejana tierra y me tomo un minuto en convencer a mi esposa e hija, pero meses
de planeación para poder materializar el hecho de llegar a Etiopia.
Llegamos a Etiopia el quince de Enero del 2012 y
escogimos Lalibela para pasar el
Timkat. Lalibela, es una pequeña población de 14.000 habitantes
y que solo puede existir en
la más creativa imaginación de un
escritor de cuentos de hadas. Es de gran importancia para la religión cristiana ortodoxa y es conocida como la
Nueva Jerusalén. Hoy es un centro de peregrinaje, que en la antigüedad era conocida como Roda
durante la dinastía Saje. Las iglesias en roca fueron construidas por el rey
Lalibela en el siglo XII, en respuesta a
la invasión de los musulmanes a Jerusalén. Al morir el monarca, la ciudad fue
nombrada como su rey para honrarlo por su creación.
Narra la leyenda sobre la antigua Roda que el
rey Lalibela fue envenenado por su hermano y que durante su estado
inconsciente, unos ángeles lo llevaron
al primero, segundo y tercer cielo donde vio una ciudad construida con iglesias
esculpidas en piedra, lo que lo inspiró para empezar con su proyecto.
Cuando Francisco Álvarez, capellán de una
embajada portuguesa, viajó por Etiopía entre 1520 y 1526 y sus ojos
occidentales vieron por primera vez a Lalibela,
hizo una descripción detallada de las iglesias terminando su escrito,
así: "No quiero
escribir más acerca de estas obras, porque temo que si escribo más, nadie me va
a creer… Pero juro delante de Dios, en cuyas manos estoy, que todo lo que
escribí es verdad y que la verdad es mucho más de lo que he escrito”. Talladas en roca viva bajo la superficie de
10 metros de profundidad y rodeadas por
grandes patios y túneles que conectan
entre si las edificaciones, las iglesias dan la sensación de estar en otro
planeta o tener una visión surrealista.
El primer día de la celebración nos levantamos temprano y
caminamos por largo tiempo por el pueblo visitando sus iglesias esculpidas en
roca. Bet gyorgys, Bet Amanuel, Bet Merkorios etc pero el ambiente de fiesta se cocinaba a fuego
lento. Tomamos algunas fotos y asistimos a algunas misas al aire libre. Viejos
monjes y monjas iban y venían o se paraban a rezar frente a las suásticas
esculpidas en las fachadas de las iglesias. Fue en forma espontanea y natural
que nos sentamos en la parte superior de la roca y viendo hacía la facha de Bet
Mikael donde descansamos y finalmente esperamos la procesión. Monjes iban y
venían pero nada sucedía. Solo se amontaban personas y mas personas a las
afueras de las iglesias para esperar el principio de las respectivas procesiónes. Locales, peregrinos y turistas
occidentales tapaban todas las vistas posibles para al evento.
De un momento a otro pude ver desde el punto superior donde
me encontraba a los monjes que salían de la iglesia con el Talbot y tenían que
cruzar un túnel para salir a las calles. Me despedi de mi esposa y le dije que
la veria mas tarde en el hotel. Hice una serie de movimientos poco anticipados
o planeados para brincar desde la roca superior a las calles y sin darme cuenta
cai justo a la salida del túnel. Empezaron a salir los monjes y todo se
convirtió en una verdadera locura. Todos corríamos alrededor y los policías
empujaban a quienes nos atravezabamos. Eran solo segundos para correr y parar
para tomar fotos, cuando tenias que adelantarte de nuevo a la procesión entre
cientos de personas. Unos caian entre las rocas y vi personas lastimadas a mi
alrededor pero en forma frenética yo solo seguía corriendo hasta el punto de
que no se podía pasar mas.
En realidad no se como sucedió pero de un momento a otro
estaba corriendo tras un niño etíope en un cerro que estaba justo a un lado por
donde pasaba la procesión. Corriamos entre callejuelas para poder adelantarnos
a la procesión. Las pequeñas calles o pasadizos estaban rodeadas de humildes
casas con techos de hierba y emplastadas con lodo. Llegamos a un punto muerto
al encontrarnos a la entrada de una
casa, donde una señora se resisistia a dejarnos pasar para poder llegar al otro
lado del cerro. Le ofrecí dinero y la señora tomo los pocos birs que le ofrecia
con una mano, pero en cuestión de segundos eran tantas manos y tantos birs que le dejaban en su mano la turba que venia tras
de mi, que pronto tuvo que usar las dos manos para tomar el dinero descuidando
la puerta por donde entramos estrepitosamente entre su ropa colgada en los
tendederos. Al llegar al otro lado, nos dimos cuenta que nos encontrábamos en
el principio de otra procesión donde no había tanta gente.
Las fotografías fueron mucho mas comodas pero pronto nos
juntamos todas las procesiones de las diferentes iglesias y el caos esta vez
era gigante.
Nunca desistí y me acercaba a los monjes corriendo hacia
atrás casi incado tomando fotos. Los policías me sacaban de entre los
monjes riéndose de mi absurda
insistencia. No fue ni la insistencia de la policía, ni el impasable número de
personas los que me hicieron detener, sino el cansansio extremo, pues sentía
que mi corazón estaba por salirse del pecho, debido a los cambios súbitos de ritmo para poder adelantarme a la procesión
detenerme y fotografiarla para seguir corriendo hacia atrás etc.
Fue hasta la noche cuando fui con mi esposa para tomar fotos
entre los músicos que se encontraban acampando donde sería la misa final.
Al otro día asistí temprano para la misa antes de la
representación del bautizo y esta termino con una desbordante alegría entre los
presentes que se mojaban en la alberca que representaba el rio jordan.
En la tarde decidimos tomarlo mas tranquilo y esperamos la
procesión de regreso que dejaría el tabot en Bet Gyrogis. Bet Gyorgis es la
iglesia más representativa de Lalibela y desde mi punto de vista la mas bella.
El techo de la misma tiene la forma de una cruz que se asoma en la roca gigante
donde fue esculpida. Para aproximase a ella hay que pasar por una seria de tuneles
hasta una explanada bajo la piedra y
frente a la imponente fachada de la iglesia.
Una vez terminada las procesiones donde se resguardan los tabots
en sus respectivas iglesias se realizan algunas misas y el evento termina.
Nosotros pasamos dos noches mas en Lalibela para disfrutar
de la belleza del pueblo sin tantos turistas y después seguimos viajando a la
región de Tigray.
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